
Estas son dos formas de relativismo en cuanto a un hecho comprobable. Pero ¿Qué pasa cuando nos aferramos y defendemos a una supuesta verdad que ya desde el arranque es indemostrable?
Para ello elaboré una sencilla analogía de cuyos dos componentes, uno sería el siguiente: Pongamos que me gusta con locura la guapísima Nicole Kidman (es un ejemplo, la lista es larga).Entonces, luego de ver sus películas, me informo sobre su vida personal, sus gustos, escucho sus notas, etc. Para comenzar, mediante mi imaginación, a entretejer en mi mente una relación con ella. Si, sí. Una relación completa y como dios manda. Mi cabeza empieza a elaborar imágenes vívidas respaldadas con certezas de fisonomía y forma de ser de ella, que vi en la tele. Por ejemplo me imagino charlando en una cena, paseando por ahí, a los besos, de entre casa, despeinados y discutiendo, e incluso también en la cama!! Conozco en detalle la realidad de su cuerpo desnudo y hasta la forma en que “lo hace”, está bien que en las películas estaba fingiendo a diferencia de la vida real (¿…? Bueno, mejor no entrar en detalles con respecto a este tema je je je).
Lo importante es que yo tengo acumuladas en mi cabeza todas estas imágenes ¿Qué pasaría entonces si comenzara a relativizar? Esto está en mi cabeza, o sea que es parte de una verdad, es mi verdad, no la ideal pero es una verdad al fin. Después de todo la imagen existe y dentro de ella, tanto el físico, como los gestos y la voz de Nicole y míos son idénticos a los reales. Pongamos por caso ahora, que yo me proponga decir a mis amigos, por pura ocurrencia, que en mi último viaje a New York tuve la fortuna de conocer a Nicole Kidman y que, milagrosamente, cuando le fui a hablar, ella se interesó en mí y terminamos teniendo una relación, la cual se la describo con el lujo de los detalles que ideé en mi cabeza. Mis amigos tienen una confianza ciega en mi palabra y me lo creen ya que yo soy una persona “de fiar”. Inmediatamente elaboran una imagen similar a la mía en sus cabezas y de esta manera mi verdad se copió en la de cada uno de ellos, luego, por lo novedoso y llamativo del caso, ellos se lo cuentan a sus amigos y así sucesivamente se va agrandando el círculo, y lo que era, mi verdad, se convierte en la verdad de muchos. Incluso dentro de la cadena de información alguno de sus eslabones puede reemplazar mi persona, en esa historia, por la propia y así crear una variante de mi verdad original transformándola en su verdad.
La realidad es que poco le puede importar a la gente, fuera de mis amistades más próximas, si yo me relacioné con la actriz o no, pero ¿Qué sucede cuando hay una historia más improbable aún, pero que cuenta con un protagonista que satisface una necesidad común a la mayoría de las personas?
Digamos que lo que sucede es algo similar a la idea de dios.
Que esta idea sea aceptada masivamente por la mayoría de las personas (y eso que no consideramos aquí la gran diversidad y ramificaciones que hay de la misma), no quiere decir que deje de ser una fantasía elaborada en la cabeza de cada uno, fantasía que generalmente está basada en la historia que a cada persona le contaron, por casualidad, en el entorno en que fue criada. Me resulta increíble ver como, en este aspecto, se relativiza tanto a una supuesta verdad y encima se la envuelve en un manto de solemnidad tal, que no tolera la más mínima puesta a prueba.
Cada uno tiene la ¿libertad? de creer en lo que quiere. Seguramente. La cantidad de opciones que tiene un chiquito para elegir, sobre temas tan complejos tales como la existencia, son abrumadoras. Yo creo que esa “libertad” a los sumo la tiene de grande, pero puede que o sea lo más común cambiar. Si no fíjense cuántas son las personas que no les gusta el nombre que le pusieron al nacer y cuando son mayores deciden cambiarlo. Esto es similar.
Pocas cosas encuentro más hipócritas que cuando un religioso dice que “respeta” a otras religiones, ya que lo suele hacer de la boca para afuera, mientras que en interiore de su cabeza es muy distinto el panorama.
Sin embargo, cada uno tiene la libertad de creer en lo que cree. Estoy de acuerdo, el problema surge cuando esas creencias empiezan a interactuar con la política de las sociedades y con la educación. Sin ir al extremo, aunque no es un tema menor, de mencionar las matanzas en nombre de los diferentes dioses a los largo de la historia, me refiero, simplemente, en lo cotidiano, en como influyen las iglesias de forma negativa en las políticas de estado importantes.
Volviendo a mi análoga y querida Nicole, es como si yo, basándome en mi verdad, con el apoyo incondicional de mis amigos, me presente ante los abogados de la rubia diva y le exija la mitad de su patrimonio porque en un momento de la relación que tuvimos nos casamos, y ahora, como me que me quiero separar, vengo por lo que me corresponde. Sin dudas, lo primero que harían ellos, es pedirme la evidencia.
Entonces, hay que tener especial cuidado con relativizar las verdades. Podemos decir, tal cosa en mi verdad, tal otra es tu verdad. La diferencia está en cuando una esta basada en la realidad y la otra en una fantasía.
Si yo llevase al mismo nivel de la creencia religiosa mi relación con la guapa, en el caso que eventualmente se diese la posibilidad de comprobar su veracidad teniendo un encuentro con ella, es seguro que termino frustrado por razones naturales. Las fantasías son muy buenas, siempre y cuando, las consideremos como tales, y en caso que las utilicemos como impulsoras de de una futura verdad, como tantas veces ha pasado, entonces hay que ponerse a trabajar en ellas. No es cuestión de asumir que algo es “por que sí” y quedarse de brazos cruzados.
Como dije al principio, vamos utilizando las verdades que nos sirven para vivir. Las
religiones, en el pasado fueron de mucha utilidad, pero hoy ya tenemos motivos de sobra para que pasemos a considerarlas innecesarias. Solo es cuestión de asumirlo, espabilarse, y tener la voluntad de cortar cordón (o la cadena) de una vez, y dejar de escondernos detrás de la pollera. Con dios o sin él vamos a seguir teniendo los mismos problemas y soluciones que tuvimos siempre, como así también a la muerte le vamos a seguir teniendo el mismo miedo natural por más consuelo que nos inventemos.
Tanto el buen dios como la diosa que está buena no son más que la realidad de una superflua fantasía que poco tienen que ver con la verdad que hoy nos toca vivir y que nos es útil.
Saludos… y están todos invitados a la boda!!
Analogía Bodas Ateismo Fantasías Nicole Kidman