jueves, 23 de diciembre de 2010

Un deseo muy especial para estas Fiestas. El Replicador de Sueños-


"Yo te deseo,
te canto y te creo
tanto que no veo
más porvenir que el fuego.
Yo seré el brazo
que te empuñará."

-Silvio Rodríguez-



Al igual que a fin de año pasado, este mes, queríamos dejarles nuestro saludo y nuestros deseos para el nuevo año que comienza. Para ello confeccionamos este breve video que esperamos sea de su agrado y, también, como es época de ragalos, extrajimos este fragmento del excelente libro Destejiendo el arcoiris de Richard Dawkins, el cual nos pareció de lo más atinado para discernir sobre este tema en tan promocionada fecha destinada para la reflexión.

Saludos y buen año para todos!




Facundo y Juan Carlos













DESTEJIENDO EL ARCOIRIS (Fragmento)


"La credulidad es la debilidad del hombre, pero la fuerza del niño."

Charles Lamb - essays of Elia- (1823)





... Ayudados por el prestigio de la televisión y la prensa, la astrología, el paranormalismo y las visitas de extraterrestres gozan de una vía interna privilegiada hacia la conciencia popular. Si estoy en lo cierto en cuanto a que esta tendencia explota nuestro apetito natural y laudable de maravilla, tenemos aquí, paradójicamente, terreno para el estímulo.
Debería conformarnos pensar que, puesto que el apetito de maravilla es alimentado de manera mucho mas satisfactoria por la ciencia real, combatir la superstición tendrá que ser un simple asunto de educación . Pero sospecho que existe una fuerza adicional operante que puede hacer las cosas más difíciles. Se trata de una fuerza psicológica interesante por derecho propio, y mi objetivo en lo que queda del capítulo será explicarla, porque comprenderla puede limitar su daño potencial. La fuerza adicional de la que estoy hablando es un credulidad normal y, desde muchos puntos de vista, deseable en los niños, y que, si nos descuidamos, puede continuar en la edad adulta, con resultado catastróficos. Empezaré con una anécdota personal.

Hace mucho tiempo, cuando mi hermana y yo éramos niños, nuestros padres y tíos nos gastaron una inocentada un 1 de abril, el día de todos los tontos. Anunciaron que habían redescubierto en el desván un pequeño avión que les había pertenecido cuando eran jóvenes, y que nos iban a montar en él para que diéramos una vuelta. Volar no era tan corriente entonces, y estábamos emocionados. La única condición era que debíamos llevar los ojos vendados. Nos llevaron cogidos de la mano, mientras nos reíamos nerviosos, tropezando y cayendo en el césped, y nos ataron a nuestros asientos. Oímos el ruido del motor al arrancar, hubo una sacudida y empezamos a ascender para efectuar un vuelo que fue agitado: baches, inclinaciones, bamboleos. De vez en cuando era evidente que pasábamos a través de las altas copas de los árboles, porque notábamos que las ramas nos rozaban levemente y un viento agradable corría sobre nuestras caras. Finalmente”aterrizamos”. El viaje lleno de sacudidas termino en tierra firme, nos quitaron la venda y entre risas todo se reveló. No había ningún avión. No nos habíamos movido del sitio. Habíamos estado simplemente sentados en un banco de jardín que nuestro padre y nuestro tío habían levantado y hecho girar y traquetear para simular el movimiento aéreo. No había motor, sólo el ruidoso aspirador, y un ventilador para hacer soplar el viento en nuestras caras. Éstos, y las ramas de los árboles que nos rozaban, los habían manejado nuestra madre y nuestra tía, situadas junto al banco. Fue divertido mientras duró.

Como niños crédulos y confiados que éramos, habíamos esperado durante días el vuelo prometido antes de que tuviera lugar. Nunca se nos ocurrió preguntar por qué teníamos que ir con los ojos vendados ¿No hubiera sido natural preguntarse qué objeto tenía hacer un viaje divertido si no podíamos ver nada? Pero no, nuestros padres simplemente nos dijeron que, por alguna razón no especificada, era necesario taparnos los ojos; y así lo aceptamos. Puede que estuvieran recurriendo a la receta consagrada por el tiempo de “ no echar a perder la sorpresa”. Nunca nos preguntamos por qué nuestros mayores nos habían ocultado el secreto de que al menos uno de ellos debía ser un piloto experimentado; no creo que ni siquiera nos preguntáramos cuál de ellos era. Simplemente, no teníamos la disposición mentadle escéptico. No teníamos miedo alguno a estrellarnos, tal era la fe que teníamos en nuestro padre y en nuestro tío. Y cuando nos quitaron la venda y nos dimos cuenta que habíamos sido objeto de una broma, aún así, no dejamos de creer en Papá Noel, en el hada del diente, los ángeles , el cielo, los felices terrenos de caza y todos los demás cuentos que aquellos mismos mayores nos habían contado. Mi madre no recuerda el incidente que acabo de relatar, pero sí la ocasión en que su padre les gastó una broma idéntica a ella y su hermanita. Las instrucciones de su padre fueron incluso más descabelladas, porque su aeroplano”despegó” desde el interior de la casa, y a las niñas se les dijo que “agacharan la cabeza mientras salían volando por la ventana”. Tanto mi madre como su hermana siguen cautivadas por aquella experiencia.

Los niños son crédulos por naturaleza. No podría ser de otra manera. Llegan a este mundo sin saber nada, y están rodeados de adultos que, en comparación, lo saben todo. Es absolutamente cierto que el fuego quema, que las serpientes muerden, que si andamos sin protección bajo el sol del mediodía nos cocemos hasta enrojecer y, como ahora sabemos , nos arriesgamos a un cáncer. Además, la otra manera aparentemente más científica, de obtener conocimientos útiles, el aprendizaje mediante ensayo y error, suele ser una mala idea, porque los errores son a veces demasiado costosos. Si nuestra madre nos dice que no vayamos nunca a chapotear al lago porque hay cocodrilos, no es bueno adoptar una actitud escéptica, científica y “adulta” y responderle: “gracias mamá, pero prefiero verificarlo experimentalmente”. Con demasiada frecuencia tale experimentos serían terminales. Es fácil ver por qué la selección natural( la supervivencia de los mejor adaptados) podría penalizar una disposición mental experimental y escéptica y favorecer la credulidad ingenua de los niños.

Pero esto tiene un inevitable y lamentable efecto secundario. Si nuestros padres nos dicen algo que no es cierto, también nos lo creemos. ¿cómo podríamos evitarlo? Los niños no están equipados para conocer la diferencia entre una advertencia verdadera sobre un peligro genuino y una advertencia falsa de que nos quedaremos ciegos o iremos al infierno si “pecamos”, por decir algo. Si los niños estuvieran equipados para ello, no necesitarían ninguna advertencia. La credulidad, como dispositivo de supervivencia, viene en un solo lote. Creemos lo que se nos dice, sea verdadero o falso. Los padres y demás parientes adultos saben tanto que es natural que lo saben todo, y es natural creerles, de modo que cuando nos cuentan que Papá Noel baja por la chimenea, y que la fe “mueve montañas”, también nos lo creemos.

Los niños son crédulos porque tienen que serlo para desempeñar su papel de “oruga” en la vida. Las mariposas tienen alas porque su papel es localizar miembros del sexo opuesto y diseminar su descendencia entre nuevas plantas comestibles. Tienen un apetito modesto, satisfecho por ocasionales libaciones de néctar. Ingieren poca proteína en comparación con las orugas, que constituyen el estadio de crecimiento en ciclo biológico. En general, los animales en fase juvenil tienen que prepararse para convertirse en adultos reproductores. Las orugas están aquí para comer todo lo que puedan con el fin de transformarse en crisálidas, de las que saldrán los adultos reproductores alados .Por eso carecen de alas pero, en cambio, poseen robustas mandíbulas masticadoras y un apetito voraz e insaciable.

Los individuos juveniles humanos deben ser crédulos por razones parecidas. Son orugas de información. Están aquí para convertirse en adultos reproductores dentro de una sociedad refinada, basada en el conocimiento; y la fuente principal de su dieta de información son sus mayores, sobre todo sus padres. Por lo mismo que las orugas poseen mandíbulas masticadoras córneas para ingerir la pulpa del repollo, los niños poseen ojos y oídos bien abiertos, y mentes receptivas y confiadas para absorber el lenguaje y otras formas de conocimiento. Son suctores del saber adulto. Mareas de datos, gigabytes de sabiduría, entran a raudales a través de los pórticos del cráneo infantil, y la mayor parte se origina en la cultura que han construido los padres y las generaciones de antepasados. Pero es importante no llevar demasiado lejos la analogía de la oruga. Los niños se transforman en adultos gradualmente y no de golpe como las orugas que se metamorfosean en mariposas.

Recuerdo una vez, en Navidad intenté entretener a una nña de seis años calculando con ella el tiempo que tardaría Papá Noel en descender por todas las chimeneas del mundo. Si la altura media de una chimenea es de 6 metros y existen, pongamos por caso, 100 millones de casas con niños ¿con qué rapidez, me preguntaba yo en voz alta, tendría que bajar zumbando por cada chimenea para poder terminar su trabajo en el amanecer del día de navidad? Apenas tendría tiempo de entrar de puntillas y sin hacer ruido en la habitación de cada niño, porque necesariamente tendría que romper la barrera del sonido. La niña comprendió y se dio cuenta que había un problema, pero esto no la preocupó en lo más mínimo. Dejó de lado el tema sin indagar más. Nunca pareció cruzar por su mente la posibilidad evidente de que sus padres le hubieran estado contando mentiras. Ella no lo habría dicho con estas palabras, pero la implicación era que, si las leyes de la física hacían imposible la hazaña de Papá Noel, tanto peor para las leyes de la física. Sus padres le habían dicho que bajaba por todas las chimeneas durante las pocas horas de la Nochebuena, y eso bastaba. Tenía que ser así porque mamá y papá lo habían dicho.

Pienso que la candidez confiada puede ser normal y saludable en un niño, pero puede convertirse en credulidad enfermiza y censurable en un adulto. Crecer y convertirse en adulto, en el sentido más pleno de la palabra, debería incluir el cultivo de un saludable escepticismo. La predisposición a dejarse engañar puede calificarse de infantil, porque es común(y defendible) en los niños. Sospecho que su persistencia en los adultos surge del deseo( en realidad, del anhelo vehemente) de las seguridades y comodidades perdidas de la niñez: Este aspecto lo describió muy bien en 1986 Isaac Asimov, el gran escritor de ciencia ficción y divulgador científico: “ Inspecciónese cada una de las muestras de pseudociencia y se encontrará una manta de seguridad, un pulgar que chupar, una falda que agarrar” La infancia es, para muchas personas, una Arcadia perdida, una especie de cielo, con sus certezas y sus seguridades, sus fantasías de volar al País de Nunca Jamás con Peter Pan, sus cuentos a la hora de ir a dormir, antes de vernos arrastrados hasta el País del Sueño en los brazos del Osito de Peluche. En retrospectiva, los años de la inocencia infantil pueden pasar demasiado deprisa. Quiero a mis padres porque me llevaron en un vuelo tan alto como el de un águila a través de las copas de los árboles, y por contarme las historias del Hada del Diente y de Papá Noel, de merlín y sus hechizos , del Niño Jesús y los tres reyes Magos. Todas estas historias enriquecen la niñez y, junto con muchas otras cosas, contribuyen a que la recordemos como una época fascinante.

El mundo de los adultos puede parecer un lugar frío y vacío, sin hadas ni Papá Noel, sin País de los juguetes ni la Narnia de los cuentos infantiles de C.S. Lewis, sin los felices terrenos de caza donde van las mascotas que mueren, y sin ángeles (ni de la guarda ni de la variedad de jardín). Pero tampoco hay demonios, ni fuego del infierno, ni brujas malvadas, fantasmas, casas encantadas, ,posesión demoníaca, cocos ni ogros. Es cierto que ni el osito Teddy ni la muñeca Dolly están realmente vivos. Pero existen compañeros de cama adultos a los que asirse, cálidos, vivos, que hablan y piensan, y muchos de nosotros encontramos que éste es un tipo de amor más gratificante que la afección pueril por los juguetes rellenos de paja, por blandos y mimosos que sean.

No crecer como es debido significa retener la calidad de “oruga” de la infancia(donde es una virtud) en la edad adulta(donde se convierte en un vicio). En la infancia nuestra credulidad nos es muy útil. Nos ayuda a llenar nuestro cráneo, de manera extraordinariamente rápida, con la sabiduría de nuestros padres y antepasados. Pero si no crecemos para salir de ella en la plenitud del tiempo, nuestra naturaleza de oruga nos convierte en un blanco fácil para astrólogos, médiums , gurúes, evangelistas y charlatanes. El genio del niño humano, oruga mental extraordinaria, le sirve para empaparse de información e ideas, no para criticarlas. Si más tarde aparecen las facultades críticas será a pesar de las inclinaciones de la niñez, y no debido a ellas. El papel secante del cerebro del niño es el plantel poco prometedor, la base sobre la cual posteriormente quizá podrá desarrollarse la actitud escéptica como una planta de mostaza que pugna por crecer. Necesitamos sustituir la credulidad automática de la niñez por el escepticismo constructivo de la ciencia adulta.

Pero sospecho que hay un problema adicional. Nuestra visión del niño como oruga de información es demasiado simple. La programación de la credulidad del niño tiene un peculiaridad que resulta casi paradójica hasta que la comprendemos. Volvamos a nuestra imagen de niño que necesitaba absorber información de la generación previa lo más rápidamente posible ¿Qué ocurre si dos adultos, por ejemplo nuestro padre y nuestra madre, nos facilitan opiniones contradictorias? ¿Qué ocurre si nuestra madre nos dice que todas las serpientes son mortíferas y no debemos acercarnos nunca a ellas, y al día siguiente nuestro padre nos dice que todas las serpientes son letales, excepto las verdes, y que podemos tener una serpiente verde como mascota? Ambos ejemplos de consejos pueden ser buenos. El consejo materno tiene el efecto deseado de protegernos contra las serpientes, aunque la generalización no sea aplicable a las serpientes verdes. El consejo más discriminatorio del padre tiene el mismo efecto protector y es mejor en algunos aspectos, pero podría ser fatal si se trasladara, sin revisión, a un país lejano. En cualquier caso, para el niño pequeño la contradicción entre ambos consejos podría ser peligrosamente desconcertante. Los padres sueles hacer denodados esfuerzos por no contradecirse, y probablemente hacen bien. Pero al “diseñar” la credulidad, la selección natural habría tenido que introducir una manera de habérselas con los consejos contradictorios. Quizás, una regla sencilla tal como “Cree cualquier historia que oigas primero”o”Cree a la madre antes que al padre, y al padre antes que a otros adultos de la población” A veces el consejo de los padres advierte específicamente contra la credulidad hacia otros adultos de la población. He aquí un ejemplo de consejo que los padres tienen que dar a sus hijos: ”Si cualquier adulto os pide que vayáis con él y os dice que es amigo de vuestros padres, no lo creáis, por amable que parezca e incluso(o especialmente) si os ofrece caramelos. Id solo con un adulto que vosotros y vuestros padres ya conozcáis, o bien, que lleve un uniforme de policía” ( Recientemente apareció en los periódicos ingleses una historia encantadora: la reina Elizabeth, la Reina Madre, que tiene 97 años, le dijo a su chofer que detuviera el coche cuando advirtió que una niña, que aparentemente se había perdido, estaba llorando. La anciana y amable dama salió para confortar a la niña y se ofreció a llevarla a su casa.”No puedo, sollozó la niña , no se me permite hablar con extraños) Un niño tiene la obligación de ejercer, en determinadas circunstancias, lo opuesto a la credulidad: un tenaz apego a una afirmación previa de un adulto frente a una afirmación posterior contradictoria, por muy tentadoramente plausible que sea.

Así pues, los calificativos”ingenuo”y”crédulo” no son estrictamente aplicables a los niños. Las personas verdaderamente crédulas creen cualquier cosa que acaban de oír o leer, aunque contradiga lo que han oído o leído antes. La cualidad infantil que intento describir no es la pura ingenuidad, sino una combinación compleja de credulidad combinada con su opuesta: el tozudo mantenimiento de una creencia, una vez adquirida. Así, la receta completa es un credulidad temprana extrema seguida de un inmovilismo igualmente obstinado. Es fácil ver lo devastadora que puede ser esta combinación. Aquellos viejos Jesuitas sabían lo que hacían: “Dadme al niño durante sus siete primeros años, y os devolveré al hombre”.






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domingo, 19 de diciembre de 2010

20 DE DICIEMBRE - DÍA MUNDIAL DEL ESCEPTICISMO





“La imaginación nos llevará a menudo a mundos que no existieron nunca, pero sin ella no podemos llegar a ninguna parte. El escepticismo nos permite distinguir la fantasía de la realidad y poner a prueba nuestras especulaciones.”


-Carl Sagan-



TODA MENTIRA ESCONDE ALGO DE VERDAD




¿Día del qué? ¿Escepticismo? No me lo creo. ¡Tal cosa no puede existir!

Es cierto, al menos de momento, no es algo que exista oficialmente. Simplemente se trata de una buena idea que surgió el año pasado en el blog Proyecto Sandía, la cual propone reivindicar  en este entorno, el escepticismo, el pensamiento crítico y la razón. Para ello se eligió el día 20 de diciembre, debido a que en ese mismo día, pero del año 1996, perdíamos a Carl Sagan, uno de los más grande promotores de esta forma de pensar que nos dejó el siglo XX.
Desde este espacio, nos sumamos a dicha iniciativa aportando estos banners, en los que ironizamos sobre tres temas en los cuales creemos conveniente mantener una postura escéptica, ya que desde hace mucho tiempo, son los que favorecen el engaño de una manera alarmantemente masiva. Esperamos sean de su agrado!

Saludos

































Juan Carlos y Facundo




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miércoles, 15 de diciembre de 2010

Los Misterios de la Isla de Pascua. -Sergio Rapu Hahoa-


"El polvo con el polvo,
la piedra con la piedra
se juntan como rostros
y surge la ciudad."

-Silvio Rodríguez-






UN LUGAR EN EL MUNDO


Es una maravilla ver como, en este último tiempo, la idea inicial de TED, que consiste justamente en exponer conjuntos de ideas, se ha replicado por cantidad de ciudades en el mundo entero mediante las conferencias TEDx. En este espacio ya publicamos alguna de las realizadas en Buenos Aires y ahora es el turno de TEDx Andes.
La charla que hoy presentamos está a cargo del arqueólogo Sergio Rapu Hahoa. En ella nos explica los posibles motivos que llevaron a un estado crítico a las primeras sociedades que habitaron la Isla de Pascua y también, entre otros datos útiles, nos cuenta cómo es que se pudieron construir los misteriosos moais, obras de arte, que tanta curiosidad han despertado en la opinión pública desde hace muchos años.
Sabemos que la comunidad Rapa Nui, lamentablemente, está pasando en estos días, momentos muy difíciles en el aspecto socio/político, por lo que deseamos y esperamos encuentren una pronta solución a la problemática y que ésta les resulte conveniente.
Desde aquí, la manera que utilizamos para solidarizarnos, es difundir su fascinante cultura, así es que espero les guste el video y les resulte instrutivo. Gracias Cármen por el aporte!



saludos


Juan Carlos







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martes, 7 de diciembre de 2010

Adarme Divulgación -Stephen Jay Gould-


"Hemos nacido juntos
y crecimos así,
rama del mismo árbol,
azul del mismo añil.
Hoy hay que adelantarse
a todo lo demás
y al diablo si sabemos:
queremos saber más.
"


-Silvio rodríguez-





Nuevamente traemos a ustedes la sección Adarme Divulgación, en este caso para darle un vistazo a uno de los tantos artículos escritos por el eminente paleontólogo Stephen Jay Gould, previamente publicado en la revista Natural History e incluído en su último libro, titulado Acabo de llegar, antes de, lamentablemente, fallecer en 2002. El artículo del cual proviene este extracto, “¿Y, de todos modos, qué significa la temible palabra que empieza con “e”?”, comienza, entre otras cosas, contándonos un poco sobre el original significado de la palabra “evolución”, cuyo uso, primeramente, se dio en la astronomía, por ejemplo, para describir el proceso por el cual atraviesa una estrella, describiendo pasos previsibles y unidireccionales. Este fragmento, con el cual finaliza el artículo, nos muestra cómo la biología se apropió del término y lo transformó, aunque muchos siguieron entendiéndolo con su antiguo (o paralelo y astronómico) significado, y esto generó una idea errónea sobre de qué va realmente la evolución biológica. Para que no se encuentren del todo perdidos: el fragmento comienza mencionando dos estudios, los cuales Gould toma como prueba para reforzar su objetivo: ponernos en nuestro lugar! 
Saludos


Facundo




¿QUÉ SIGNIFICA LA TEMIBLE PALABRA QUE EMPIEZA CON "E"?


(...) Vertebrados hasta debajo de todo. En uno de los episodios más cruciales y enigmáticos de la historia de la vida (y que pone en duda la vieja y agradable idea de que la vida ha progresado de una manera básicamente majestuosa y lineal a través de los tiempos), casi todos los tipos animales hacen su primera aparición en el registro fósil esencialmente por la misma época, un intervalo de unos cinco millones de años (hace aproximadamente entre 525 y 530 millones de años) denominado Explosión del Cámbrico. (Los petardos geológicos tienen mechas largas cuando se miden por la escala inadecuada del tiempo humano.) Sólo un tipo principal con partes duras prominentes y fosilizables no aparece en este incidente, ni durante todo el período Cámbrico: los Briozoos, un grupo de organismos marinos coloniales desconocido en la actualidad para la mayoría de los que no son especialistas, aunque todavía son bastante comunes y fueron prominentes en el registro fósil inicial de la vida animal.

Otro grupo, hasta un descubrimiento publicado en 1999, no había producido tampoco ningún registro de la explosión del Cámbrico, aunque hace algún tiempo que se conocen representantes del Cámbrico tardío (mucho después de la explosión). Pero, mientras que los textos populares han ignorado prácticamente a los Briozoos, la ausencia de este otro grupo había sido publicitada manera prominente y se proclamó como muy importante. No se habían obtenido vertebrados de depósitos de la explosión del Cámbrico, pero sí recolectado parientes cercanos dentro de nuestro tipo (los Cordados), que técnicamente no son vertebrados. (Los Cordados incluyen tres grandes subgrupos: los tunicados, Amphioxus y sus afines, y los vertebrados propiamente dichos.) 

Esta ausencia de vertebrados en estratos que presentan casi todos los demás tipos de animales fosilizables proporcionaba un rayo de esperanza a personas que querían considerar a nuestro propio grupo como “superior” o más evolucionado en una dirección predecible. Si la evolución implica avance lineal, entonces más tardío es mejor…y únicamente tardío (o casi únicamente, dado estos molestos Briozoos) sólo puede aumentar la distinción. Pero en el número del 4 de noviembre de 1999 de la revista Nature se incluye un persuasivo artículo (Vertebrados del Cámbrico inferior del sur de China), que informa del descubrimiento de dos géneros de vertebrados en la Formación Chengjiang de
 China meridional, del Cámbrico Inferior, a muy poca distancia temporal de la explosión del Cámbrico. (Burguess Shale, en Canadá Occidental, la célebre localidad para la mayor parte del conocimiento previo de los primeros animales del Cámbrico, data de varios millones de años después de la explosión misma. La fauna de Chengjiang reciemntemente descubierta, con una preservación igualmente exquisita de la anatomia blanda, ha estado producioendo tesoros comparables o incluso mayores desde hace más de una década.)
Myllokunmingia fengjiao
Myllokunmingia fengjiaoa
Estos dos animales (cada uno de los cuales mide unos 2 cm de longitud, carentes de mandíbulas y espina dorsal, y que de hecho no poseen ningún esqueleto óseo) podrían no parecerle a un estudioso casual merecedores de ser incluidos en nuestro linaje exaltado. Pero mandíbulas y columna vertebral, por mucho que puedan atraer nuestra atención ahora, surgieron más tarde en la historia de los vertebrados, y no entran en la definición taxonómica y fundamental de nuestro grupo. La mandíbula de los vertebrados, por ejemplo, evolucionó a partir de partes duras que originalmente reforzaban las aberturas branquiales situadas inmediatamente detrás, y que después se desplazaron hacia delante para rodear la boca. Todos los peces primitivos carecían de mandíbula, como todavía ocurre con los dos supervivientes modernos de esta radiación inicial, las lampreas y las mixinas.
Los dos géneros de Chengjiang poseen todas las características definitorias de los vertebrados: la rígida cuerda dorsal o notocorda (que posteriormente se perdió en los adultos después de que apareciera por evolución la columna vertebral), la disposición de la musculatura de los flancos en una serie de elementos en zigzag desde la parte anterior a la posterior, el conjunto de aberturas pares que perforan la faringe (y que operaban primariamente como branquias respiratorias en los peces posteriores, pero que los vertebrados ancestrales utilizaban sobre todo para alimentarse mediante filtración). De hecho, la mejor reconstrucción del orden de ramificación en un árbol de los vertebrados sitúa el origen de estos dos géneros después de los supuestos antepasados de las mixinas modernas, pero antes de los presuntos antecesores de las lampreas. Si esta inferencia es cierta, entonces los vertebrados existían ya en una diversidad sustancial en el seno de la explosión del Cámbrico. En cualquier caso, ahora conocemos dos ejemplos claros y concretos de vertebrados hasta debajo de todo. Nosotros, los vertebrados, no nos situamos más arriba y más tarde que nuestros primos invertebrados porque todos los tipos de animales “avanzados” hicieron su debut en el registro fósil esencialmente por la misma época. La complejidad que ostentan los vertebrados no requirió un retraso especial para acomodar una lenta serie de pasos progresivos, predecibles a partir de los principios generales de la evolución.

Un parásito por excelencia, o “como caen los poderosos”. Los tipos de animales pluricelulares complejos reciben la designación colectiva de Metazoos (literalmente, animales superiores). Los organismos unicelulares y móviles llevan el nombre de Protozoos (es decir, los “primeros animales”), que se trata, en realidad, de un nombre erróneo, porque la mayor parte de estos organismos se hallan tan cerca de las plantas pluricelulares y de los hongos como de los animales pluricelulares en el árbol genealógico de la vida. En una situación intermedia verbal se encuentran los mesozoos (o “animales del medio”). Muchos esquemas taxonómicos y evolutivos sobre la organización de la vida sitúan a los Mesozoos exactamente donde su nombre implica: como un grupo persistentemente primitivo, intermedio entre los animales unicelulares y los pluricelulares, y que ilustran un paso transicional necesario en una lectura progresista de la historia de la vida.
Pero los Mesozoos siempre han sido considerados enigmáticos, sobre todo porque viven como parásitos dentro de animales realmente pluricelulares, y los parásitos se suelen adaptar a su entorno protegido mediante el desarrollo de una anatomía extremadamente simplificada, que a veces es poco más que un bulbito de tejido absorbente y reproductor encapsulado dentro del cuerpo de un patrón. Así, la extrema simplicidad de la anatomía de un parásito podría representar la degeneración evolutiva de un antepasado complejo, de vida libre, y no el mantenimiento de un estado primitivo.
El principal grupo de Mesozoos, los Diciémidos, viven como parásitos microscópicos en los órganos renales de calamares y pulpos. Su anatomía adulta apenas podría ser más sencilla: una única célula axial (que genera las células reproductoras) en el centro, envuelta por una capa única de células externas ciliadas, de diez o cuarenta en número, y dispuestas en espiral alrededor de la célula axial, excepto en el extremo anterior, donde dos anillos de células (la llamada calotte) forman una “boca” tosca que se fija a los tejidos del patrón.
Diciémido
La categoría zoológica de los Diciémidos ha sido siempre controvertida. Algunos científicos, como Libbie Hyman, que escribió el texto definitivo de su generación, en varios volúmenes, sobre anatomía de los invertebrados, consideraba que su simplicidad era primitiva, y su condición evolutiva intermedia en la complejidad creciente de la evolución. Esta autora escribió en 1940: “sus caracteres son en general primitivos y no el resultado de generación parasítica”. Pero incluso aquellos investigadores que consideraron que los Diciémidos eran descendientes parásitos de antepasados más complejos, de vida libre, nunca osaron hacer derivar estos organismos pluricelulares simples por excelencia de un Metazoo muy complejo. Por ejemplo, Horace W. Stunkard, el principal estudioso de los Diciémidos en la generación de mis profesores, pensaba que los Mesozoos descendían de los Metazoos más simples por encima del nivel de las esponjas y los corales: los Platelmintos, o gusanos planos.
Por desgracia, la anatomía de los Diciémidos ha experimentado una tal regresión y especialización que no queda evidencia alguna que conecte claramente a estos organismos con otros grupos animales, de manera que la controversia de “persistentemente primitivo” frente a “degenerativamente parásito” no pudo zanjarse hasta ahora. Pero métodos más nuevos de secuenciación de genes pueden resolver este dilema, porque aunque la anatomía visible puede desaparecer o transformarse más allá de su reconocimiento genealógico, la evolución difícilmente puede borrar todas las huellas de secuencias complejas de genes. Si genes que sólo se conocen de los Metazoos avanzados (y que se sabe que operan únicamente en el contexto de órganos y funciones únicos de los Metazoos) existen asimismo en los Diciémidos, entonces estos animales han de interpretarse como metazoos degenerados. Pero si, después de una búsqueda extensa, no se pueden detectar señales de genomas distintivos de Metazoos en los Diciémidos, entonces los Mesozoos bien pueden situarse, después de todo, en un lugar intermedio entre la vida unicelular y la pluricelular.
En el número del 21 de octubre de 1999 de la revista Nature, M. Kobayashi, H. furuya y P.W. Holland presentan una solución elegante a este antiguo problema (“Los Diciémidos son animales superiores”). Dichos investigadores localizaron un gen Hox (miembro de un subconjunto desitintivo que sólo se conoce de los Metazoos y que opera en la diferenciación de las estructuras corporales a lo largo del eje antero-posterior) en Dicyema orientale. Estos genes Hox concretos se encuentran sólo en los metazoos triploblásticos, o “superiores”, que poseen cavidad corporal y tres capas celulares, y no en ninguno de los grupos (como los Poríferos, o esponjas, y los Cnidarios, o corales y sus afines) que tradicionalmente se sitúan “por debajo” de los triploblásticos, “superiores”, y se han simplificado al máximo en su anatomía por su adaptación a su estilo de vida parásito. No representan vestigios primitivos de un estadio primitivo en el progreso lineal de la vida.
En resumen, si los triploblásticos considerados tradicionalmente “superiores” (el linaje de los Vertebrados, en el que se incluye nuestra enaltecida especie) aparecen en el registro fósil al mismo tiempo que todos los demás tipos de triploblásticos en la explosión del Cámbrico; y si los mas simplificados desde el punto de vista anatómico de todos los parásitos pueden haber surgido por evolución, como adaptación a la ecología local, de un linaje de vida libre entre los tipos “superiores” de triploblásticos; entonces el significado biológico, variacional y darwinista de “evolución” en tanto que impredecible y no direccional consigue un poderoso respaldo de dos casos que, en una anterior interpretación que ahora ha sido refutada, apoyaba antaño un conjunto opuesto de prejuicios transformacionales.
Como pensamiento final para contrastar al despliegue predecible de “evolución” estelar con la no direccionalidad contingente de la “evolución” biológica, he de señalar que la última línea de Darwin acerca de “este planeta… girando según la ley constante de la gravitación”, aunque es adecuada por ahora, no puede mantenerse por todo el tiempo. La “evolución” estelar prescribirá, un día, un final predecible, al menos para la vida sobre la Tierra. Cito una vez más el artículo de la Británica sobre evolución estelar:

Evolución estelar
"El Sol está destinado a perecer como una enana blanca. Pero antes de que esto ocurra, evolucionará hacia una gigante roja, y en el proceso absorberá a Mercurio y a Venus. Al mismo tiempo, expulsará la atmósfera de la Tierra y hará que los océanos hiervan, convirtiendo el planeta en inhabitable." 

La misma predecibilidad nos permite asimismo especificar la época de esta catástrofe: ¡dentro de unos cinco mil millones de años! Un futuro tolerablemente distante, desde luego, pero consideremos el asunto en relación con el estilo de cambio muy distinto conocido como evolución biológica, Nuestro planeta se originó hace unos 4.600 millones de años. Así, la mitad de la historia potencial de la Tierra se desarrolló antes de que la evolución biológica contingente produjera ni una sola especie con consciencia suficiente para meditar sobre estos temas. Además, este linaje único surgió de un grupo marginal de mamíferos (entre doscientas especies de primates de un total de sólo unas cuatro mil especies de mamíferos; en cambio, el mundo posee al menos medio millón de especies de escarabajos sólo entre los insectos). Si un proceso tortuoso consumió la mitad de todo el tiempo disponible para producir dicha adaptación siquiera una vez, entonces la mentalidad al nivel humano ciertamente no parece situarse entre las “apuestas seguras” de la historia, o ni siquiera entre las ligeras probabilidades.
Por ello hemos de contrastar la buena suerte de nuestra propia “evolución” con la “evolución” inexorable de nuestro Sol nutricio hacia un clímax espectacular que podría hacer imposible nuestra evolución futura. Ciertamente, el tiempo puede ser demasiado distante para que inspire ninguna preocupación práctica, pero a los humanos nos gusta meditar e imaginar. La contingencia de nuestra “evolución” no ofrece garantías frente a las certezas de la “evolución” del Sol. Cuando llegue el momento, probablemente ya hará mucho tiempo que habremos desaparecido, quizá llevándonos con nosotros una buena parte de la vida, y quizá dejando bacterias previamente indestructibles como los más elevados testimonios mudos de una expansión estelar que conducirá asimismo al Armagedón unicelular. O quizá nosotros, o nuestros sucesores, habremos colonizado para entonces el universo, y sólo soltaremos una breve lágrima por la destrucción de una pequeña exposición cósmica titulada “el museo de nuestros orígenes geográficos”. En cualquier caso, prefiero la excitación de la imaginación y la reflexión (por no mencionar el poder intrínseco en acción sobre cosas que pueden cambiarse ) a la certeza de la disolución distante.





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jueves, 2 de diciembre de 2010

LAS COSAS POR SU NOMBRE -El Replicador de Sueños-





"Hoy los archivos se desbordan
de psicopatías y prejuicios,
de mutiladas fantasías del horror,
de remendados en la frente y el amor."

-Silvio Rodríguez-




AL PAN PAN Y AL PAPA...



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Es factible que al ver este juego de palabras que elaboramos a partir del nombre Benedicto XVI, a algunos de ustedes le provoque una sonrisa, a otros les incite a exclamar con picardía ¡Qué hijos de…!, como así también habrá quienes se indignen. Algunos se indignarán por la ofensa a la impoluta envestidura del máximo representante de la iglesia católica, en cambio otros lo harán porque esta humorada, a manera de afiche publicitario, está revelando una terrible verdad. Desde éste lugar precisamente es que la hacemos y, vale la pena aclarar, que la denuncia del mensaje no está basada en el comportamiento propio del sumo pontífice, sino en la indiscutible responsabilidad que él mismo tiene al ocultar y encubrir a quienes, como se ha comprobado y es de público conocimiento,cometen este tipo de aberraciones, tanto físicas como morales.
En este post, publicado el año pasado, explicaba por qué a la hora de recurrir al humor, la ironía o el sarcasmo resultan ser mucho más útiles.

Saludos

Juan Carlos




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