sábado, 3 de octubre de 2009

Los Primeros Destellos en la vida de un Bright. Una Historia Personal. Parte I -Juan Carlos Alonso-


"...y al fin supo del aullido, y del último estallido mi abuelo supo el amor."

-Silvio Rodríguez-

El Día que Jesús me rompió el alma


Siempre que surge la oportunidad, en una conversación entre gente que no cree en la existencia de ningún dios, se suele hacer el chiste de preguntarle al otro si es ateo cristiano, ateo judío o qué tipo de ateo es, ya que lo más común en las generaciones actuales es que las personas tengan algún tipo de ascendencia religiosa.
Como no me gusta demasiado el término ateo, ya que prefiero definirme por lo que soy y no por lo que me diferencio de una mayoría determinada, podria decir en este caso, para responder al chiste, que soy un bright católico.
Es claro que la infancia es una etapa crucial, teniendo en cuenta que es en la que un ser humano recibe constantemente grandes cantidades de información para su formación, la cual puede inferir de manera significativa en su futura madurez.
Estando yo actualmente en una de esas etapas ocasionales de la vida en que uno va haciendo, a modo de inventario, algunos borradores y revisiones de lo hecho hasta el momento, al mirar hacia atrás y traer, a través del recuerdo, mi infancia al presente, me parece oportuno relatar algunas anécdotas puntuales de mi interacción con la cuestión religiosa, ya que éstas son las que fueron definiendo y despejando el camino que condujo a mi actual postura en este aspecto el pensamiento.
Me parece prudente, antes de comenzar con el relato, aclarar que soy conciente que nuestro cerebro cuando aplica la función recuerdos, al procesar la información y encontrase con un espacio en blanco, automáticamente lo rellena con algún dato que se inventa de manera inconciente, dándole así un sentido redondeado la historia que se está recordando. Sin embargo, también soy conciente que cuento con una buena memoria de largo plazo, y sobre todo para recordar los hechos que me resultan graciosos o divertidos. A veces mis amigos se fastidian cuando repito las historias, pero como muchos, es el mecanismo que tengo para mantenerlas vigentes sin alterar su veracidad. Suelo captar con facilidad cuando alguien recuerda una vieja anécdota común, al narrarla, como a veces la exagera un poco o le hace agregados, o incluso a veces se invierten los protagonistas de un hecho, para que ésta resulte más significativa.
Así es que pueden quedar tranquilos que esta historia, como afortunadamente se esta usando hoy en día, cada vez más en las películas o novelas, y resultando un buen indicador de necesidades, lleva la etiqueta de “basada en hechos reales”.
La voy a dividir en dos publicaciones., comienzo con la primera que es la del día que Jesús me rompió el alma:
Recuerdo muy nítidamente que cuando aún era un enano, cada vez que me mandaba alguna travesura (no eran tantas ni tampoco tan pocas) mi abuelo me decía frunciendo el ceño con tono algo amenazante: Te voy a romper el alma!!
Mi abuelo era un hombre de ex profesión policía, contaba con lo que se dice un carácter fuerte y en ciertas ocasiones mostraba tener pocas pulgas, pudiéndoselo encasillar en su descripción como un tipo malhumorado. Sin embargo, era de esas personas que te demuestran su cariño sin necesidad de recurrir demasiado a las palabras, se remiten a los hechos que, a mí entender, es lo que más importa. Esta forma de querencia, más allá que muchos piensen lo contrario, me parece de lo mejor porque hace que un chico se vaya formando sin ser tan dependiente. Durante los escasos diez años que conviví con él me hizo sentir muy querido y viceversa, pudiendo hoy reconocer que llevo parte de su legado, tanto en algunas características genéticas como también en otras culturales, como es natural.
Ahora es cuando debo aclarar que jamás llevó a cabo su amenaza…
¿O si?

Cada vez que yo escuchaba la metáfora “te voy a romper el alma” obviamente lo primero que imaginaba, era que se venía una literal patada en el culo o un coscorrón (cosa que nunca ocurría) era un niño de 5 ó 6 años pero no un idiota.
Un buen día, en mi habitación, mientras cumplía una de esas penitencias impuestas, que antes estaban tan a la moda, estas del tipo “no mirar la televisión” o “no salir a jugar”, en mi cabeza empezó a reverberar esa palabra...alma. y como es lógico comencé a hacerme, lo que se puede llegar a reconocer ahora, como las primera preguntas existenciales. Debo reconocer que en esos días mi curiosidad pasaba por saber el lugar donde se encontraba ubicada, mucho más que lo que significaba el término en sí. Me parece que ya lo conté en un post anterior (esto demuestra que soy consecuente con mi aclaración de repetir las historias je je,ustedes disculpen). No me pregunten por qué, pero yo deduje en ese momento que el alma se encontraba en la panza. Al tratar de despejar dudas, consultando con adultos este tema, me encontraba con ese mismo tipo de evasivas como las que un chico se solía topar antes, ante la clásica pregunta ¿de donde vienen los chicos? O bien, si no eran evasivas, uno obtenía respuestas insatisfactorias. El equivalente al repollo o la cigüeña a mi duda sobre el alma solía ser: “Es algo que está adentro tuyo y es lo que te hace bueno” ¿Bueno? Si justamente estaba empezando a pensar en el alma porque me había portado mal. Demasiada contradicción para un chico de tan corta edad. Decidí entonces mantener mi teoría intuitiva de que esta cosa que nunca tuve en claro exactamente qué era, se alojaba en la panza y ya.
No pasó mucho tiempo hasta que el tema volvió a instalarse en mi cabeza. Fue otro buen día cualquiera, el que en la escuela la maestra dijo: Saquen el cuaderno y el manual que hoy vamos a estudiar el aparato digestivo…
¡Zaz! ¿Todo eso tenemos adentro de la panza? Entre intestino grueso, intestino delgado, duodeno, estómago, colon transverso, etc. Me di cuenta que si el alma residía en ese ámbito, debería tratarse de algo bastante más retorcido de lo que pensaba, así que luego de un tiempo de digerir la idea, y utilizando el camino más recto, sencillamente la evacué. Fue a partir de ese momento en que me transformé en un niño, aún creyente, pero desalmado.
Unos pocos años después fallecía mi abuelo, al cual le voy a estar agradecido mientras viva, el haberme instalado, aunque sea sin querer, mediante una simple frase, semejante interrogante.
Este fue uno de los primeros interrogantes que recuerdo, en los que aparecieron signos prematuros de desconfianza hacia el tema religioso. O sea, por esos años creía en dios que estaba en el cielo como me contaban, el cielo resultaba algo inalcanzable como para comprobarlo, incluso tenía el hábito de rezar cada noche, pero no podía aceptar de ninguna manera que me digan que yo tenía algo adentro, que encima, nadie me sabía explicar concretamente qué era. Yo tenía la certeza que no lo sentía o sea que me deshice de esta idea. Luego, con el tiempo lógicamente fui madurando dicha idea a través de los hechos y la reflexíón.
Ah por cierto, si a alguien le despierta curiosidad, el nombre de mi abuelo era Jesús y tal como empecé, puedo concluir diciendo que fue quien, en principio, me rompió el alma.

Continuará la historia en el próximo post con: Una experiencia religiograciosa
Saludos!!
foto: Un desalmado servidor


Juan Carlos

8 comentarios:

Unknown dijo...

Gracioso, pero por algo se empieza y con suerte, en tu caso, fue a temprana edad.

Antes de tener hijos, pensaba que los niños suelen ser estupidos, por eso de la inocencia natural que poseen y claro por mi propia experiencia, ahora en mi rol de padre me sorprende cada día el ingenio y curiosidad, asertiva, que suelen mostrar mis mocosos.

Cuales intento insentivar día a día.

Saludos.

Juan Carlos Alonso dijo...

Cierto ... ya vendrán nuevos signos en la segunda parte..
No hay que subestimar a esos pequeños demonios que algun vez todos fuimos!!

Sauldos!!

Lola - Aprendiz dijo...

No es tan descabellada la relación alma-panza, al fin y al cabo si la panza no esta llena se nos muere el alma jejee.
Sin exageraciones también recuerdo mi primera rebeldia con la religión catolica a los 8 años,negandome rotundamente a confesar y alegando que lo mismo me daba ir al infierno que al cielo,que la hora que me daban para ir al confesionario tenia que jugar al baloncesto.LLamarón a mi madre y me penarón sin recreo mucho tiempo.

Juan Carlos Alonso dijo...

Je jeje...pecado, una alma hecha de proteínas!!!
Uhh fuiste a colegio religioso? A veces pienso que los colegios religiosos fueron bastante favorables para el alejamiento de la religión de bastantes chicas..
¿Será posible?
Te mando un beso

Luz dijo...

que puedo decir... :)

Juan Carlos Alonso dijo...

Luz..mejor no aclares que oscurece jejejeje

Rocktambula dijo...

Hola, hasta ahora puedo leer tu entrada, muy interesante tu relato. Ya te contaré como fue mi "revelacion" o más bien mi "rebeldación" sobre la religión.

Un abrazo!!!

Juan Carlos Alonso dijo...

dale!!cuando puedas, con gusto la espero..siempre es interesante saber la experiencias personales

beso