-Amaury Pérez-
Una experiencia religiograciosa
Continúo con el relato que narra los primeros contactos que tuve con la cuestión religiosa durante mi infancia, los mismos que más tarde, analizados en retrospectiva, veo como claros signos que anunciarían lo que iba a derivar en, primero, mi descreencia en la iglesia y posteriormente mi descreencia de dios.
Me gustaría aclarar que no hice mención en el post anterior de mi primera experiencia religiosa, la cual fue través del bautismo, por razones mucho más que obvias (tenía mollera en lugar de cráneo). Lo único que puedo decir con relación al tema es que unos años más tarde tenía la extravagante idea que si tomabas un trago de agua bendita te morías. No sé, imaginaba que estaba sometida a un proceso especial, que beberla resultaba prohibitivo, era todo tan sagrado, infundía tanto respeto, por no decir miedo, que tenía sin fundamentación alguna, esa impresión. Cuando averigüé que el proceso al cual estaba sometida el agua para convertirse en bendita era un simple movimiento de moléculas de aire empujadas por las palabras de un tipo con “autoridad” para hacerlo, reconozco que me causó gracia haber sido tan ingenuo.
Bueno, aclarado esto, hacia los bebestibles está dirigida la segunda instancia de mi cuento religioso.
Mi mamá es de creencia católica y siempre tuvo la devota costumbre de, entre otras fechas eclesiásticas, concurrir a determinada iglesia para la pascua. Una noche de sábado de resurrección, contando yo con unos siete u ocho años de vida, me preguntó si quería acompañarla a la misa y yo sin dudarlo demasiado accedí. Como habíamos llegado algo temprano, para hacer tiempo me llevó a Sofía, que era una pizzería que quedaba a la vuelta de la iglesia. Este lugar tenía la particularidad de contar con una carta donde ofrecían una gran variedad de cocktails. Entre esa variedad, había muchos sin alcohol para los chicos. Todos muy coloridos y con nombres atractivos para uno. Mi preferido se llamaba Topo Giggio (nombre de un personaje de un programa infantil de televisión). Yo, a partir de ese momento quedé fascinado con ese lugar y fue esa misma noche que iniciamos un acuerdo implícito de mutua extorsión con mi santa madre, a la hora de concurrir a la iglesia para esas fechas. Como la misa sinceramente me había resultado algo bastante aburrido, quedamos en que yo la acompañaba a la iglesia si ella me llevaba a Sofía a la vez que ella me llevaba a Sofía si yo iba a la iglesia. Trato hecho. Durante los siguientes tres años consecutivos lo celebramos sistemáticamente.
Tal vez aporte algo a la historia, a manera anecdótica, aclarar que veinte años después terminé haciendo, por hobby, un curso de bartender en el que aprendí a hacer tragos igual de coloridos, pero nada recomendables para esos locos bajitos, que si los prueban, es difícil que se incorporen.(Por citar al bueno de Serrat).
Este acuerdo tácito, tan inocente como extorsivo, fue el preámbulo ideal para relatar el siguiente tramo de mi historia que podría definirlo como la auténtica farsa que resultó mi primera comunión.
Cumplida ya la primera década es cuando en uno comienza a manifestarse de manera algo más conciente esa aún ingenua, pero evidente, curiosidad por el sexo opuesto, curiosidad que muchos chicos suelen renegar, ante terceros, por una simple cuestión de vergüenza.
Yo me había hecho de una nueva amiga que vivía a mitad de cuadra, una guapita que me tenía algo cautivado, lo que no recuerdo bien es cómo era su nombre, María…algo, creo.
Una tarde me contó, emocionada, que en unos meses iba a tomar su primera comunión y festejar luego con su correspondiente fiesta. Suficiente motivo para que yo corra presuroso a tironearle la pollera a mi mamá. Mamá, mamá quiero tomar la comunión!! Ella, con buena predisposición hizo las averiguaciones pertinentes y luego me comunicó la desalentadora noticia, la cual me cayó como un balde de agua fría: Para tomar la comunión había que cursar dos años de catecismo.¿Dos años? Definitivamente no era viable. Primero, que por mucho, no me daba el tiempo para tomarla junto con mi vecinita, y segundo que si me hubiera dado el tiempo, la verdad es que no lo hubiera hechoal tener que pagar un costo tan alto por ello. Fue entonces cuando ocurrió el “milagro”. ¿Se trataría de uno de esos tan mencionados caminos misteriosos que utiliza el señor y que las personas gustan de aprovechar para justificar absolutamente cualquier cosa que ocurra? Lo que pasó puntualmente es que por esos días, cuando yo ya había dado todo por perdido, retornó al barrio un cura bastante respetado y querido por los vecinos. Él venía de haber trabajado durante unos años en un leprosario del norte del país. Aparentemente estaría más allá del bien y del mal en las cuestiones burocráticas, porque cuando a través de mi mamá, me citó para hablar conmigo, la conversación fue la siguiente:
-¿Por qué querés tomar la comunión?
Antes que empiece a decir cualquier cosa (como tenía planeado según el discurso oficial)
Me miró fijo y me dijo con tono bondadoso pero firme - La verdad.
- Porque mi vecina la va a tomar y yo también quiero.
- ¿Vos crees en Dios?
- Sí.
- ¿Sabés el padre nuestro?
- Sí.
- Bueno, vamos a hacer una cosa, vos estudiate el credo y el rosario que yo te confieso y te doy la comunión, quedate tranquilo que por este tipo “trampitas” dios no se enoja.
Alegría. Trato hecho otra vez. Al tiempo y sin mayor esfuerzo tomé la primera comunión con mi amiguita y luego celebramos una fiesta conjunta en mi casa. Toda una completa farsa religiosa. Aunque la ansiada relación no pasó de un único beso que llegó unos días después, al menos, mi objetivo estaba cumplido.
Algunos podrán ver hoy la actitud del cura como un hecho altruista, después de haber vivido tanta desgracia entre los enfermos de lepra, un arreglo como este sería un tema menor, sin embargo yo no dejo de verlo como una trampa, a cualquier precio, para reclutar inocentes criaturas. Por más que yo no haya sido tan inocente y haya sido partícipe, por la inutilidad del hecho, admito que no me arrepiento en lo más mínimo.
Ah un detalle que olvidaba, el nombre del cura era Padre Argentino. Cualquier suspicacia idiosincrásica que esto pueda llegar a despertar, la acepto sin problemas. Cura, argentino y tramposo. No hay mucho más que agregar.
Con el pseudo sacramento ya consumado, durante ese año y el siguiente hice un par de intentos de leer la biblia, pero estos resultaron infructuosos, no llegué ni a la mitad. En un comienzo por desinterés y luego porque este librito fue reemplazado automáticamente, ni bien cayó en mis manos, por una bendita causalidad, el Fundación de Isaac Asimov. En ese momento me di cuenta que prefería leer una ficción realista a una realidad ficticia. Inmediatamente, a los doce, mi mamá me compró el Cosmos de Carl Sagan, porque me había cautivado la serie televisiva. A partir de ahí mi cabeza empezó a funcionar de otra manera y paulatinamente, encontrando cada vez más sólidos fundamentos, la cuestión religiosa fue perdiendo argumentación y ya nunca más hubo retorno.
Me resulta relevante contar, porque no siempre fui un embustero, que unos años más tarde se me presentó la oportunidad de blanquear el tema y confirmar definitivamente mi irreligiosidad
¿Ante dios? Obviamente que no, necesitaba celebrar mi propia auto excomunión Durante la instrucción del servicio militar obligatorio, quienes la hayan hecho sabrán lo duro que resultan los primeros meses, tanto en lo físico como en lo psicológico. En esta etapa nos daban la posibilidad de tomar el sacramento de confirmación y como resultaba lógico la mayoría de mis compañeros, sean éstos creyentes o no, asistían sin dudarlo al curso previo, ya que esto representaba una manera justificada de evadirse unas cuantas horas a la semana de los ejercicios forzados, insultos gratuitos o trabajos desagradables. Ahí, luego de pensarlo un instante, fue que dije no. Basta de mentiras, y al no asistir creo que saldé una cuenta que me debía a mí mismo.
Y así es como se acaba el cuento de mi historia espiritual, definitivamente una experiencia entre religiosa y graciosa.
Lo único que me resta decir, que me parece realmente importante es que le estoy muy agradecido a mis padres, sobre todo a mi mamá (o santa madre como a veces la llamo) porque siempre, pero más que nada cuando era chico, que es la edad más vulnerable, respetaron mi postura y me dieron la libertad de elegir pensar lo que yo quiera, sin intentar siquiera inculcarme alguna ideología a la fuerza. Esto, al ver alrededor experiencias ajenas, para mí es de un valor incalculable.
Saludos!!
Foto: evidencia gráfica de un servidor en plena farsa
Juan Carlos
11 comentarios:
Excelente tu relato !!!!! yo tambien tengo una anecdota con el agua bendita, cortito seria asi, mamá nos llevaba todos los años a lujan seguro que por alguna promesa que hizo, la cuestion que un año le comente a mi mamá como al susurro que habia descubierto que el agua bendita era salada, seguido a ese comentario vino un sopapo y mas tarde la explicacion, por si no te quedo claro como llegue a semejante descubrimiento, yo hacia montoncito con las manos y capturaba el agua que estaba en una especie de palangana colgante en la entrada de la Catedral y la bebia, luego entendi que el sabor era puro sudor de otros fieles, que ASCO!!!!!!!!!!!
JUUUAAAAAAA!!!"al susurro" jejej Que espanto..pero mirá el lado bueno Marce, mirá si te enterabas que la cargaban con agua de La salada o Namuncurá..augg ahí si que se confirmaba mi teoria que si la tomabas..caput!!
besos
Hola.
Me gustó bastante lo que cuentas, es que yo creo que eso de las primeras comuniones a todos nos trae recuerdillos, eso del agua bendita jaja, a mi siempre me ha dado asco, que toda la gente le mete mano, ha de estar muy salada.
Saludos!
Hola bienvenido valnoveau, es cierto, creo que si nos ponemos a recordar más de uno tendrá una anécdota graciosa de este tipo de cosas..
gracias por tus comentarios y saludos
Hola....jajajaja, me hiciste recordar todos esos momentos católicos en mi vida y esa transición que tuve hacia me pensamiento esceptico. Muy bueno tu relato.
Un abrazo!!!
Je je gracias!! cuando quieras despachate con el tuyo!!!
beso
No llamaría yo tramposo a ese cura, mas bien un cura con buena praxis.
(y me siento rara defendiendo a un eclesiástico jeje).
Simpática y tierna tu historia de comunión y del relato me quedo con tu santa madre, es la hija de Jesús?...ya me habría gustado a mi que me regalaran un libro de Sagan a esa edad o me dejaran negociar el ocio por la iglesia .
Hola Pecado buen punto... es verdad que un cura como ese no esta al mismo nivel de trampa que la amplia mayoría de los otros.Su tabajo altruistam con enfermos compensa un poco la cosa.De todos modos continúa "repartiendo" la palabra de dios" que para los no creyentes sería un mentira. En cambio para los creyentes la trampa pasa por quebrantar las reglas de su dogma. No hay que olvidar que para la iglesia no es lo mismo un ateo sin bautismo o comunión que uno que que los haya tomado, ya que estos "arrepentidos" son los que estan marcando la estadística de la notable deserción de fieles actual y ojalá también representemos un futuro fracaso de la iglesia.
Mi mamá un genia con su regalo, porque encima era bastante costoso en ese momento.¿queres reirte? Mi mamá es la hija de María y de José, mi papá es el hijo de Jesús y Purificación...menos mal que lo del alma que sube al cielo es un chamuyo o chapuza, si no los cuatro harían que me caiga granizo todos los dias en la cabeza jajajjaa
Besos
rio rio rio!!...con razón la llamas santa
Muy extenso el relato. Suerte.
Bienvenido Basurero Usurero.Gracias por la apreciación y el deseo suerte...lo resumí lo máximo que me fue posible y lo dividí en dos para evitar que sea tan extenso.. pero bueno, me despacho acá aprovechando que no es twitter..jejej
Saludos!!
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