"Los hijos que no tuvimos se esconden en las cloacas, comen las últimas flores, parece que adivinaran que el día que se avecina viene con hambre atrasada."
-Luis Eduardo Aute-
LAS RAZONES QUE EN LOS MEDIOS TAMBIÉN SE DEBERÍAN ESCUCHAR
LAS RAZONES QUE EN LOS MEDIOS TAMBIÉN SE DEBERÍAN ESCUCHAR
El año pasado, se debatía en el congreso de la Nación la ley de matrimonio igualitario. Esta ley, como todos sabemos, es la que permite la unión en matrimonio (y patrimonio) de dos personas del mismo sexo. Luego de acaloradas disputas entre legisladores, finalmente resultó siendo aprobada y hoy, felizmente, está en plena vigencia.
En aquella oportunidad, tras escuchar a través de los medios de comunicación, los argumentos que esgrimían tanto los que estaban a favor de la ley, como los de los que estaban en contra, desde este espacio, también nos sumamos con la intención de aportar nuestros argumentos favorables a su aprobación, ya que éstos, eran de los que no se solían escuchar en el debate mediático generalizado.
Como en poco tiempo más será tratada la ley que permite la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo y, debido a la importancia de la misma, también quiero exponer mi aporte. Sólo que esta vez, me anticiparé a los futuros argumentos que se expondrán en el medio que mencioné antes, debido a lo previsible de la actitud de muchos de los que los promulgan.
¿O debería decir comulgan?
Sé perfectamente que la despenalización del aborto es un tema mucho más complejo y delicado para debatir, que lo que pude resultar una discusión sobre el matrimonio igualitario. Sobre todo, si hay que hacerlo contra los mismos que en aquella oportunidad, simplemente se oponían a ella, principalmente, por la sola “razón” de defender viejos tabúes potenciados por una tradición religiosa e, incluso, recurriendo también a razones biológicas claramente incompletas y descontextualizadas de la realidad .
Seguramente, en esta ocasión, también habrá legisladores que, sin estar contagiados directamente por un pensamiento religioso, votarán en contra de la ley; como así también habrá quienes voten a favor siendo personas creyentes de la existencia de algún dios de los, supuestamente, posibles.
Independientemente del pensamiento (o de los intereses) que defiendan cada una de las posturas, no podemos negar que en discusiones de este tipo, el discurso religioso es el que más protagonismo cobra, pasando a ocupar, prácticamente, la totalidad de la escena. Esto resulta tan lamentable como comprensible si consideramos que aún, como sociedad, no podemos conciliar del todo la idea de lo que es un auténtico estado laico.
Así es que, en esa dirección apuntaremos en primer lugar, para luego, abordar el tema desde lo concerniente a la condición social.
Tratándose de un tema político, para empezar, bien podría recurrir a la vieja y trillada “chicana” como herramienta, y decir, por ejemplo, aquello de que si consideramos que un 20% de los embarazos son interrumpidos en forma espontánea antes de los dos meses de curso, sin que los padres si quiera lleguen enterarse, entonces dios se convertiría, sin duda alguna, en el mayor abortista de la historia.
Este sería un dato que la gente creyente no debería desestimar pero, en su lugar, seguramente lo justificarán diciendo que es parte del “plan” o que dios a veces utiliza caminos misteriosos, o bien, simplemente, que las personas no tenemos derecho a cuestionarlo. Sin embargo, no vamos a tener en cuenta esta chicana, ya que justamente se trata de un tema de derechos humanos, por lo que, el tal dios, debe quedar excluido por razones mucho más que obvias: No corta ni pincha. Aunque los que los que cada día se lo inventan a su imagen y semejanza, sí lo hacen-y bastante bien-. A ellos les digo: ¡Ojo! Acá todos cortamos y pinchamos. (Y mordemos, en caso de ser necesario)
Es por este motivo que no podemos dejar de lado bajo ningún concepto, debido a su influencia, el pensamiento religioso y, para ello, es necesario mirar hacia atrás de manera inevitable. Por mayoritario en estas latitudes, contrastaré con el sistema de creencias católico (Usted aplique la variantes que le plazcan para cualquier otra religión y dará igual)
En mi opinión, lo primero que habría que considerarse en esta cuestión, es que el problema, justamente y como es lógico, es un problema de origen.
El inicio del universo no sólo es el punto de partida de todo lo que conocemos, sino que también resulta ser, el punto de referencia en el que se bifurca esta arcaica y, a día de hoy, ya casi insostenible dicotomía.
Mientras los religiosos creen que éste origen fue provocado por un chispazo divino hace unos 6.000 años, a partir del cual, en seis días, surgió todo (sin agregarle una idea más), muchos de los que no lo somos, podemos pensar únicamente en otro tipo de chispazo -que de divino no tuvo nada- y que sucedió hace mucho, muchísimo, tiempo más atrás. A partir de esta gran explosión, se inició un proceso muy –muy- lento del cual somos parte, y que además, por suerte, aún nos seguimos preguntando e intentando saber cómo es que sucedió.
Básicamente, a lo que ellos llaman chispazo divino, muchos otros, les decimos proceso NA-TU-RAL. Esta diferencia conceptual es importante y a continuación veremos por qué.
Me gustaría que nos enfoquemos, en lo que nos ocupa puntualmente ahora, que es la cuestión humana.
Desde el preciso instante en que se unen dos células conformando lo que denominamos concepción, hoy sabemos, que el desarrollo de lo que inicia como cigoto y que luego será un embrión y luego un feto y luego bebé (y más tarde un Juan/a y recién muchos años después, si tiene suerte, tal vez lo considerarán ser humano) se produce de manera comparable al mismísimo proceso evolutivo, sólo que, lo que uno tarda millones de años, el otro apenas nueve meses.
Si tenemos en cuenta esto, nos resultaría de “suma” utilidad evocar el inconsistente reconocimiento que tuvo que hacer el carismático Sr. Karol Jósef Wojtyla (JP II) en. 1996 sobre la evolución de Darwin. Para quienes no estén al tanto, en dos palabras, lo que él declaró públicamente en aquella oportunidad, fue que la “teoría” de la evolución era algo serio y posible, pero que dios “en algún momento” del proceso -obviamente sin especificar cuál- le inyectó un alma a uno de esas “bestias” convirtiéndola en ser humano.
Esto no es más que un intento de justificar lo injustificable, es la no explicación de un origen incierto, una idea confusa que no aporta absolutamente nada y, que incluso, hay muchos fieles que la pasan por alto y siguen creyendo literalmente el cuento de Adán y Eva. Estos son sus chispazos.
La realidad es que hoy sabemos perfectamente cuál es la ascendencia del ser humano al conocer, en cierta medida, nuestra genealogía. Y lo que resulta aún más importante: lo podemos comprobar. No sólo recurriendo al confiable método científico y a la abrumadora evidencia que éste nos brinda, sino también, cuando nos observarnos a nosotros mismos e, inevitablemente, advertimos esos resabios de nuestro pasado primitivo que están expresados de manera tan clara en nuestro comportamiento cotidiano. Estos son nuestros procesos.
Veamos ahora como estas diferentes posturas de chispazo divino y proceso natural derivan en sus argumentaciones respectivas y, también, lo relevante que resulta la visión que se tenga con respecto al tiempo, al espacio y al entorno
Generalmente, quienes están en contra del la despenalización y regulación del aborto, se manifiestan acérrimos defensores de “la vida” y consideran que esta práctica es, literalmente, un asesinato. La primera pregunta que se desprende es ¿Cuál es la vida que defienden? Luego de ponerse a pensar que, con esto de que felizmente las personas empezamos por fin a proteger, en cierta medida, a algunos otros animales; fueron sacando la palabrita “humano” de sus consignas panfletarias, ya que decir “la vida” suena emocionalmente más impactante; entonces me responderá, clarificando de manera solemne: Defendemos la vida de un ser humano.
Sinceramente me encantaría que defendiesen, con el mismo énfasis, la vida de “varios” seres humanos más, que en el mundo entero mueren injustamente como moscas, y no que sólo se limiten a decir ¡qué barbaridad! cuando lo ven por la televisión, o bien cuando lo defienden, es alimentando el altruista, pero perverso, engranaje de la caridad para, de paso, salvar sus almas. Pero bueno, todo no se puede.
Ya escucharán el “ecoevangélico” discurso de la diputada Hotton y entenderán en forma mucho más gráfica de lo que hablo.
Si volvemos al momento en que se produce la concepción y su inmediato desarrollo, es claro que nadie puede negar que lo que hay allí es vida. Como así también la hay en un espermatozoide o en un óvulo por separado, o incluso también la hay en la más (para nosotros) insignificante de las bacterias. Y acá es donde debemos ser específicos y dejar las hipócritas consignas de impacto emocional de lado. No se defiende “la vida”. Se defiende la vida de un ser humano, pero es imperioso preguntarnos ¿es eso un ser humano? Al parecer, para los promotores del chispazo divino si que lo es. Es en algún estadio de esa instancia, cuando el dios de cada religión de las existentes sobre la Tierra viene con la jeringa celestial y le aplica su dosis correspondiente de alma, declarándolo un auténtico ser humanos hecho y “con” derechos, entonces ahí sí que lo es. Lo que no me explico es por qué, si así fuere, la iglesia no lo ingresa a sus filas en ese momento, y no que tenga que esperar hasta que se desarrolle y nazca para empezar a lavarle la cabeza con agua bendita con el fin de limpiarlo del pecado original y también de “otros” pecados que, eventualmente, pudiese tener ya de fábrica, según el sacramento bautismal.
¿Será porque en esa etapa, si ni si quiera la madre se entera que está embarazada, mucho menos se enterará un “padre”?
Esto es análogamente confuso al discurso de Juan Pablo II en su intento de justificar la creación del hombre inserta en el proceso evolutivo ¿A cuál hombre fue que se le inyectó un alma? ¿Al homo sapiens? ¿Al homo antecessor? ¿Al homo erectus, acaso?
La pregunta no puede tener respuesta porque las denominaciones de las especies que conforman el parentesco de nuestra ascendencia, no son más que eso, denominaciones.
Las claras diferencias que hoy vemos entre ellas son apreciables porque están separadas por miles y miles de años, pero si tuviéramos que ubicarnos en un punto intermedio entre generaciones, cualquier diferencia nos resultaría imposible de percibir.
Es como cuando nos crece el pelo, entre un día y el siguiente no notamos la diferencia pero si vemos una foto nuestra de hace meses, ésta es contundente.
Yendo hacia atrás en el tiempo, si nos propusiéramos establecer una línea divisoria clara y precisa entre especies ¿A cuál consideraríamos humano y a cuál animal?
Otra vez nos encontramos en un embrollo. Entonces, lo que hacemos para tomar un parámetro aproximado, es considerar como punto de referencia el desarrollo del cerebro.
En la actualidad, nuestro pariente más cercano, de los que sobreviven, es nuestro primo el chimpancé, y la diferencia entre su cerebro y el nuestro es bien clara. Recién en estas últimas décadas hay intenciones altruistas de contemplar unos derechos básicos que los protejan, como así también a algunas otras especies de animales no humanos. Es natural que no se les puedan considerar los mismos derechos que a una persona, ya que obviamente les resulta imposible tener obligaciones. Pero imaginemos lo siguiente ¿Qué pasaría, en el supuesto caso que la ciencia genética pudiese traer a la vida a uno de nuestros ancestros? Sería físicamente mucho más similar a nosotros que un chimpancé, se comunicaría, sabría hacer fuego, incluso dibujar o hacer artesanías, y seguramente aprendería algunas cosas más, así como también, si nos descuidamos, muy posiblemente nos lanzaría una piedra por la cabeza para sacarnos nuestra hamburguesa o se lanzaría encima de nuestra hermana sin invitarla a tomar algo previamente. Estas características y aptitudes, sin duda, resultarían determinantes para que lo considerásemos de manera diferente que a un animal en cuanto a sus derechos, pero si su cerebro no estuviese lo suficientemente desarrollado como para comprender los actuales códigos de civilidad, encontrándose en una suerte de “mitad de camino”, tampoco podría ejercer las obligaciones que estos códigos exigen. Por lo tanto otra vez estaríamos un brete. Lo que quiero destacar con esto, más que nada, es la importancia que tiene el desarrollo del cerebro en una persona, de hecho, es principalmente lo que nos diferencia del resto de las especies y, en definitiva, lo que nos hace humanos.
Volviendo a nuestra analogía con el desarrollo del feto, podemos decir que hasta que éste no desarrolle su cerebro (y sistema nervioso) no deberíamos considerarlo como un ser humano que cuente con derechos, y esto lo aclaro, porque instintivamente es lo primero que se suele utilizar como consigna antiabortista.
Lo que sí hay allí – y otra vez esto nadie puede negar- es un “potencial” ser humano que comienza a formarse. Veamos ahora el tema de esta potencialidad.
En este punto es donde, en muchas ocasiones, al pensamiento religioso le encanta sacar a relucir lo que ellos llaman el argumento de Beethoven, cuando en realidad, se trata de una falacia.
En dos palabras, para quienes no la conozcan, es aquella que dice que el padre y la madre del genial músico tenían sífilis y tuberculosis respectivamente, que también él tenía como cuatro hermanos mayores de los cuales uno salió sordo mudo, el otro muerto, el otro con tuberculosis y el otro con no se qué cosa de esas. La cuestión del supuesto argumento es que si los padres hubieran aplicado la lógica de posibilidades según la estadística, deberían haber abortado, pero sin embargo, si lo hubiesen hecho, no hubiera nacido jamás el bueno de Ludwig.
Muy poco de esto fue cierto, basta remitirse a la biografía del compositor. Pero pongamos por caso que lo hubiese sido. ¿Por que sólo mirar la cara bonita de la moneda? ¿Y por qué no aplicar el mismo criterio a un Hitler o a un Torquemada y ver la otra cara posible? Claro, me dirán otra vez de manera solemne: el hombre nace con su alma pura(bueno, sólo con pecado original) y luego el mismo ser humano la corrompe, surgiendo a partir de allí la idea que el hombre es malo, es pecador, el hombre todo lo estropea. Yo simplemente respondo que precisamente, eso, es despreciar la vida de la raza humana. No querer ver las evidencias de nuestro origen y pensar que el hombre tiene que ser bueno “porque sí” no va a arreglar las cosas. Las cosas se pueden arreglar si reconocemos y tomamos real conciencia de una vez por todas, que gracias a un proceso evolutivo somos, en general, más o menos buenos y más o menos malos, algunos estarán más a los extremos del espectro que otros, pero de esa manera, en parte, nacemos y, en parte, nos hacemos.
Incluso también, de a poco nos vamos dando cuenta que el “ser buenos” no sólo nos hace de una mejor convivencia, sino que, aparte, nos conviene. Hay que tener en cuenta que nuestro cerebro aún se sigue desarrollando. Hoy recién empezamos a comprender los primeros mecanismos de su funcionamiento y sabemos con certeza que en muchos casos nos engaña. La visión, por ejemplo, nos deja ver sólo lo que nos sirve para subsistir en nuestro entorno y no el resto de lo que existe. Cuando usted ve el borde de una mesa o cualquier línea recta, en realidad no esta viendo la línea en su totalidad, punto por punto, sólo ve los extremos y el cerebro construye el resto. También, mientras usted piensa que esta ahí quietecito leyendo esto, en realidad esta rodando a una velocidad de 1000 Km. /h (o a 1600 si estuviese sobre el ecuador o quitecito si estuviese justo en el polo) que es la velocidad en que gira la tierra, pero ¿quién podría vivir con la sensación constante de que se está sobre una tasa loca como la de los parques de diversiones?
Otra de esas tantas ilusiones de nuestro cerebro es la idea del alma e, incluso de similar manera, el sólo hecho de decir “nuestro cerebro” también es ilusorio. No es que el cerebro sea “nuestro”, sino que nosotros directamente “somos” ese cerebro. Pienso que la ilusión del “yo” aún nos resulta de utilidad para desenvolvernos y, sobre todo para comunicarnos (que es tan importante para nosotros), pero la del alma, por más bella que nos resulte la idea, ya está quedando obsoleta y, lo que es peor, nos está causando problemas a la hora de interactuar con las nuevas realidades que hemos descubierto recientemente en nuestro entorno. Por lo que creo, que iría siendo conveniente seguir utilizándola, sí, pero sólo como metáfora en el imaginario de poesías y canciones. De esta manera, tal vez, llegue a hundirse en las profundidades de ella misma y, con un poco de suerte, finalmente se ahogue.
Es hora que dejemos de engañarnos -y sobre todo- que dejemos de engañar a nuestra descendencia en su edad más vulnerable, al menos, si es que tanto nos preocupamos por el futuro de los potenciales seres humanos. El alma no es otra cosa que un producto más de nuestro cerebro y, de hecho, está más relacionada con la muerte que con la vida.
No podemos elaborar -bajo ningún concepto- leyes terrenales que estén fundadas en un simple deseo de continuidad en el difuso paisaje de otro supuesto mundo ideal.
Sin cerebro no hay alma ni tampoco hay ser humano, en cambio con cerebro puede no haber alma, pero, indefectiblemente, siempre hay ser humano.
Hasta aquí vimos las diferencias conceptuales en el origen y las respectivas consecuencias de ambas posturas. Mediante una analogía didáctica también nos dimos cuenta de lo difícil que nos resulta establecer lo que es humano y lo que no, pero si hay algo que nos queda claro en ese punto es que, sin este cerebro, podemos ser cualquier otra cosa, pero de ninguna manera, seres humanos.
Finalmente quedamos en que el potencial ser humano que se esta gestando se los suele mirar con un solo ojo, seguramente que para cuando lo reciban, hacerlo con un guiño, como diciéndole ¡bienvenido al club!
Ahora es momento abrir bien los ojos y ver el aspecto social, que en realidad es lo que debería resultarnos mucho más importante. Para ello nuevamente y, como es lógico, debemos mirar tanto hacia atrás como hacia adelante en el tiempo y, también, hacia los costados en el espacio.
Una ley de derechos humanos como resulta ser la despenalización del aborto no se puede hacer sin mirar a futuro. Como mencionaba anteriormente, el pensamiento religioso tiene un fuerte anclaje en el pasado y cuando quiere mirar a futuro sólo ve fantasmas celestiales. Si abrimos bien los ojos de una vez por todas e intentamos ver hacia adelante, que en realidad, no es otra cosa que ejercer la “especialidad” de la raza humana, deberíamos tener en cuenta ciertos puntos a la hora de preguntar ¿Por qué necesitamos despenalizar y regular el aborto?
Uno de ellos es tener en cuenta que los avances aceleradísimos de la genética y otras ciencias nuevas, de los cuales hoy (si queremos), podemos ser testigos, van a colocarnos en un escenario totalmente diferente al actual. Y no estoy hablando en este caso de miles o millones de años, como cuando miramos hacia atrás, me refiero solamente a un par de generaciones más adelante, o sea, nuestros hijos o nietos (Suponiendo, claro, que dentro de dos años falle, como tantas otras veces, el “bendito” armagedón).
Pensemos seriamente en qué vamos a hacer en el futuro, cuando una sustituta ecografía que, vaya a saber uno cómo se llamará por eso años, nos diga, por ejemplo: Su hijo nacerá con el cabello rubio y los ojos celestes. En su madurez alcanzará una altura aproximada de 1,78 m, pero esto sólo si ocurre un milagro, ya que también tendrá una afección severa en el miocardio y existe un 98% de posibilidades que la palme antes de los dos o, a lo sumo, tres años de vida.
¿Diremos que tiene derecho a nacer para vivir en esas condiciones? ¿Estaremos dispuestos a sufrir el “calvario” de vivir ese tiempo corriendo al hospital a cada rato para luego afrontar el terrible dolor que implica la muerte excesivamente prematura de un hijo? ¿Acaso esperaremos el milagro? ¿O preferiríamos cortar a tiempo y esperar por lo sano? Debemos tomar real conciencia que este escenario no es el set de una película de ciencia ficción. Se trata de algo que muy posiblemente empezará a suceder en forma gradual y, tal vez, bastante antes de lo que imaginamos. Calculo que en esos momentos las discusiones pasarán por intentar regular normativas para los casos en que los pronósticos sean desalentadores pero en puntos intermedios. Se debatirá probablemente si hay derecho a nacer para sobrellevar una enfermedad complicada de por vida, o bien, si hay derecho, sabiendo que no hay mucha probabilidad de que vaya a pasar de los diez o quince años de vida. Pero sinceramente no creo que haya dudas en interrumpir el embarazo cuando los resultados sean claramente determinantes.
Como analogía premonitoria de esta situación, tenemos en el presente el caso de los chiquitos en adopción ¿Cuántas personas adoptan chicos sanos y cuántas a uno que padezca alguna enfermedad? …No creo que haya mucho más que agregar.
Pasemos ahora a otro de los puntos de la cuestión social, que seguramente nos resultará sensible, pero que no podemos pasar por alto en esta discusión.
En el debate sobre el matrimonio igualitario, que mencioné al principio, se dio el caso que un diputado (que lleva el mismo apellido de un capo cómico argentino ya fallecido) se oponía a la ley sosteniendo el siguiente razonamiento básico: Hay una isla habitada sólo por hombres y otra habitada por hombres y mujeres. Al cabo del tiempo, los de de la isla unisex se extinguen y los de la mixta sobreviven. ¡Brillante! Claro que al escuchar esta obviedad no podemos negar que tiene razón, sin embargo lo que debemos tener en cuenta ahora es que –ese- no es precisamente el escenario actual, sino que de a poco nos vamos aproximando, cada vez más, justo al opuesto. Por más que el corazón sea grande, la casa nos está quedando cada vez más chica. Este es otro claro ejemplo de la presunción de defender “la vida” porque sí, sin tener el mínimo reparo en la manera en que ésta se desarrolla y en qué tipo de contexto.
Siguiendo los lineamientos de ese tipo de razonamiento básico, me podrán decir ¡pero si hay espacio de sobra! Señores, bien sabemos que no sólo es espacio físico lo que hace falta, las personas, para vivir, hoy necesitamos todo un paquete de recursos que son justamente lo que en la actualidad necesitamos reorganizar y estar muy atentos a su distribución, al menos, si es que en unos años no queremos experimentar en carne propia lo que significó la edad media.
A muchas personas de clase media para arriba, con bastante frecuencia, se le escucha decir muy a la ligera: ¿Sobrepoblación? ¡Imposible! Si la gente cada vez tiene menos chicos
Si uno le dice que no sólo mire los índices de natalidad de la clase media alta europea de los últimos diez años, sino que mire también los índices de aumento exponencial de bastante más tiempo atrás e incluya a las clases de más bajos recursos, entonces responden de manera enfática ¡Esos porque son ignorantes y sólo les importa el sexo! ¡Tienen de a seis hijos y no piensan que luego no los pueden mantener!
Es lógico que sean ignorantes, si consideramos que ellos no tienen la misma oportunidad de recibir educación que tienen otros y, si por casualidad la tienen, en muchos casos, el mismo entorno en el que viven puede hacer que la desaprovechen.
Sin embargo se trata de otro error, el sexo les gusta de la misma manera que le gusta a cualquiera y no es por eso que tengan más hijos. Una persona con suficiente poder adquisitivo puede tener seis hijos porque sabe que puede mantenerlos, mientras que una persona sin recursos económicos puede tener seis hijos, lamentablemente, porque de esa manera tiene más posibilidades de que, en un entorno difícil, algunos de ellos tengan más probabilidades de sobrevivir. Y eso no se piensa, eso es instinto en plena acción.
Hay que tener en claro que la urgencia de tener en la actualidad una ley de estas características es justamente para proteger la vida de los que tienen menos recursos y están prácticamente condenados a someterse a una mala praxis. Una persona que va a escondidas a una interrumpir un embarazo en condiciones seguras, es obvio que no la necesita; a ver si todavía, al estar legalizado y regulado, tiene que dejar asentado con su firma en algún registro que cometió semejante ”pecadillo”.
Es inminente que se van a tener que tomar medidas para que se empiece a equiparar un poco la cosa entre las abismales diferencias entre clases sociales a nivel global, más aún de lo que ya se equipararon, si tomamos como referencia tan sólo un par de siglos atrás. Ya que de lo contrario, sin vaticinar Apocalipsis, podemos llegar a tener serios líos si la población aumenta como se prevé y, o escasean, o no se reparten de manera más equitativa lo recursos.
¿Qué pasará en ese caso? ¿Por fin los pobres tomarán el poder por sobre los ricos? Es vidente que no. Ya tenemos experiencia a montones en ese tipo de situaciones a partir de ejemplos más aislados, morirán de a miles. La diferencia está en que eso, en la actualidad, cada vez más, gracias a loas avances en comunicación, está empezando a quedar mal visto y a ser condenado a nivel global.
Aparte, basta con dejar de creernos tan” divinos” y sólo mirar en la naturaleza cómo cuando en un grupo de organismos, son demasiados y escasean los recursos, la manera poco simpática en la que éste se autorregula.
También, otra de las cosas que hay que considerar, es que tenemos la posibilidad de un futuro en que los avances de la medicina harán que la gente que no puede tener hijos, los pueda tener de manera mucho más eficiente de lo que se hace hoy en día. Si a eso le sumamos que seguramente también se prolongará, como se viene prolongando, la expectativa de vida (no olvidemos que menos de ciento cincuenta años prácticamente se duplicó), tendremos mucha más gente por todas partes y “afortunadamente” viviendo más tiempo.Y mejor ni hablar si se siguen descubriendo células madre en diferentes partes de nuestro organismo. Sabiendo que una célula madre también es un “potencial” ser humano, no sea cosa que cada vez que nos cortemos las uñas o vayamos a la peluquería, nos convirtamos en los más seudo-inconcientes de los genocidas de la historia.
Es por esto que debemos ser concientes que una ley como ésta es una herramienta más, de las tantas otras que hay, que nos sirve para ir autorregulando gradualmente un posible futuro complicado, de una manera mucho menos drástica que si lo hacemos actuando ante una emergencia. Claro que una nueva enfermedad, un meteorito o una terrible erupción pueden diezmarnos en un santiamén, pero bueno, eso es otro tema y, en ese caso, sacarán leyes mediante las cuales se les pague o incentive a las personas para tener hijos.
Pensemos que hoy, en algunos países de lo que para occidente aún sigue siendo la cara oculta de la Tierra, hay leyes que limitan la natalidad por la densidad demográfica en que hay en ellos.
¿Cómo reaccionaríamos llegado el caso que tengamos que tomar medidas similares?
Seguramente pondríamos el grito en el cielo para que, una vez más, éste sea únicamente escuchado en la tierra por los seres humanos (como es natural), sin más reacción que la de ponernos a llorar y patalear.
Para terminar, y luego de ver muy resumidamente, las factibles consecuencias sociales que puede acarrear el hecho de no tomar a tiempo las medidas preventivas necesarias, las cuales, adicionalmente, nos hacen caer en la cuenta que también nos resultan útiles para que en la actualidad exista más equidad, debo decir, que el resto de las argumentaciones que seguramente expondrán, principalmente, los sectores feministas en relación a la defensa del cuerpo y el cerebro(que es parte del cuerpo) de la mujer, me resultan sumamente plausibles, pero como dije al principio, mi intención en esta reflexión personal, es considerar los puntos que, posiblemente, no se tengan en cuenta en la discusión mediática.
Saludos
Juan Carlos
En aquella oportunidad, tras escuchar a través de los medios de comunicación, los argumentos que esgrimían tanto los que estaban a favor de la ley, como los de los que estaban en contra, desde este espacio, también nos sumamos con la intención de aportar nuestros argumentos favorables a su aprobación, ya que éstos, eran de los que no se solían escuchar en el debate mediático generalizado.
Como en poco tiempo más será tratada la ley que permite la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo y, debido a la importancia de la misma, también quiero exponer mi aporte. Sólo que esta vez, me anticiparé a los futuros argumentos que se expondrán en el medio que mencioné antes, debido a lo previsible de la actitud de muchos de los que los promulgan.
¿O debería decir comulgan?
Sé perfectamente que la despenalización del aborto es un tema mucho más complejo y delicado para debatir, que lo que pude resultar una discusión sobre el matrimonio igualitario. Sobre todo, si hay que hacerlo contra los mismos que en aquella oportunidad, simplemente se oponían a ella, principalmente, por la sola “razón” de defender viejos tabúes potenciados por una tradición religiosa e, incluso, recurriendo también a razones biológicas claramente incompletas y descontextualizadas de la realidad .
Seguramente, en esta ocasión, también habrá legisladores que, sin estar contagiados directamente por un pensamiento religioso, votarán en contra de la ley; como así también habrá quienes voten a favor siendo personas creyentes de la existencia de algún dios de los, supuestamente, posibles.
Independientemente del pensamiento (o de los intereses) que defiendan cada una de las posturas, no podemos negar que en discusiones de este tipo, el discurso religioso es el que más protagonismo cobra, pasando a ocupar, prácticamente, la totalidad de la escena. Esto resulta tan lamentable como comprensible si consideramos que aún, como sociedad, no podemos conciliar del todo la idea de lo que es un auténtico estado laico.
Así es que, en esa dirección apuntaremos en primer lugar, para luego, abordar el tema desde lo concerniente a la condición social.
Tratándose de un tema político, para empezar, bien podría recurrir a la vieja y trillada “chicana” como herramienta, y decir, por ejemplo, aquello de que si consideramos que un 20% de los embarazos son interrumpidos en forma espontánea antes de los dos meses de curso, sin que los padres si quiera lleguen enterarse, entonces dios se convertiría, sin duda alguna, en el mayor abortista de la historia.
Este sería un dato que la gente creyente no debería desestimar pero, en su lugar, seguramente lo justificarán diciendo que es parte del “plan” o que dios a veces utiliza caminos misteriosos, o bien, simplemente, que las personas no tenemos derecho a cuestionarlo. Sin embargo, no vamos a tener en cuenta esta chicana, ya que justamente se trata de un tema de derechos humanos, por lo que, el tal dios, debe quedar excluido por razones mucho más que obvias: No corta ni pincha. Aunque los que los que cada día se lo inventan a su imagen y semejanza, sí lo hacen-y bastante bien-. A ellos les digo: ¡Ojo! Acá todos cortamos y pinchamos. (Y mordemos, en caso de ser necesario)
Es por este motivo que no podemos dejar de lado bajo ningún concepto, debido a su influencia, el pensamiento religioso y, para ello, es necesario mirar hacia atrás de manera inevitable. Por mayoritario en estas latitudes, contrastaré con el sistema de creencias católico (Usted aplique la variantes que le plazcan para cualquier otra religión y dará igual)
En mi opinión, lo primero que habría que considerarse en esta cuestión, es que el problema, justamente y como es lógico, es un problema de origen.
El inicio del universo no sólo es el punto de partida de todo lo que conocemos, sino que también resulta ser, el punto de referencia en el que se bifurca esta arcaica y, a día de hoy, ya casi insostenible dicotomía.
Mientras los religiosos creen que éste origen fue provocado por un chispazo divino hace unos 6.000 años, a partir del cual, en seis días, surgió todo (sin agregarle una idea más), muchos de los que no lo somos, podemos pensar únicamente en otro tipo de chispazo -que de divino no tuvo nada- y que sucedió hace mucho, muchísimo, tiempo más atrás. A partir de esta gran explosión, se inició un proceso muy –muy- lento del cual somos parte, y que además, por suerte, aún nos seguimos preguntando e intentando saber cómo es que sucedió.
Básicamente, a lo que ellos llaman chispazo divino, muchos otros, les decimos proceso NA-TU-RAL. Esta diferencia conceptual es importante y a continuación veremos por qué.
Me gustaría que nos enfoquemos, en lo que nos ocupa puntualmente ahora, que es la cuestión humana.
Desde el preciso instante en que se unen dos células conformando lo que denominamos concepción, hoy sabemos, que el desarrollo de lo que inicia como cigoto y que luego será un embrión y luego un feto y luego bebé (y más tarde un Juan/a y recién muchos años después, si tiene suerte, tal vez lo considerarán ser humano) se produce de manera comparable al mismísimo proceso evolutivo, sólo que, lo que uno tarda millones de años, el otro apenas nueve meses.
Si tenemos en cuenta esto, nos resultaría de “suma” utilidad evocar el inconsistente reconocimiento que tuvo que hacer el carismático Sr. Karol Jósef Wojtyla (JP II) en. 1996 sobre la evolución de Darwin. Para quienes no estén al tanto, en dos palabras, lo que él declaró públicamente en aquella oportunidad, fue que la “teoría” de la evolución era algo serio y posible, pero que dios “en algún momento” del proceso -obviamente sin especificar cuál- le inyectó un alma a uno de esas “bestias” convirtiéndola en ser humano.
Esto no es más que un intento de justificar lo injustificable, es la no explicación de un origen incierto, una idea confusa que no aporta absolutamente nada y, que incluso, hay muchos fieles que la pasan por alto y siguen creyendo literalmente el cuento de Adán y Eva. Estos son sus chispazos.
La realidad es que hoy sabemos perfectamente cuál es la ascendencia del ser humano al conocer, en cierta medida, nuestra genealogía. Y lo que resulta aún más importante: lo podemos comprobar. No sólo recurriendo al confiable método científico y a la abrumadora evidencia que éste nos brinda, sino también, cuando nos observarnos a nosotros mismos e, inevitablemente, advertimos esos resabios de nuestro pasado primitivo que están expresados de manera tan clara en nuestro comportamiento cotidiano. Estos son nuestros procesos.
Veamos ahora como estas diferentes posturas de chispazo divino y proceso natural derivan en sus argumentaciones respectivas y, también, lo relevante que resulta la visión que se tenga con respecto al tiempo, al espacio y al entorno
Generalmente, quienes están en contra del la despenalización y regulación del aborto, se manifiestan acérrimos defensores de “la vida” y consideran que esta práctica es, literalmente, un asesinato. La primera pregunta que se desprende es ¿Cuál es la vida que defienden? Luego de ponerse a pensar que, con esto de que felizmente las personas empezamos por fin a proteger, en cierta medida, a algunos otros animales; fueron sacando la palabrita “humano” de sus consignas panfletarias, ya que decir “la vida” suena emocionalmente más impactante; entonces me responderá, clarificando de manera solemne: Defendemos la vida de un ser humano.
Sinceramente me encantaría que defendiesen, con el mismo énfasis, la vida de “varios” seres humanos más, que en el mundo entero mueren injustamente como moscas, y no que sólo se limiten a decir ¡qué barbaridad! cuando lo ven por la televisión, o bien cuando lo defienden, es alimentando el altruista, pero perverso, engranaje de la caridad para, de paso, salvar sus almas. Pero bueno, todo no se puede.
Ya escucharán el “ecoevangélico” discurso de la diputada Hotton y entenderán en forma mucho más gráfica de lo que hablo.
Si volvemos al momento en que se produce la concepción y su inmediato desarrollo, es claro que nadie puede negar que lo que hay allí es vida. Como así también la hay en un espermatozoide o en un óvulo por separado, o incluso también la hay en la más (para nosotros) insignificante de las bacterias. Y acá es donde debemos ser específicos y dejar las hipócritas consignas de impacto emocional de lado. No se defiende “la vida”. Se defiende la vida de un ser humano, pero es imperioso preguntarnos ¿es eso un ser humano? Al parecer, para los promotores del chispazo divino si que lo es. Es en algún estadio de esa instancia, cuando el dios de cada religión de las existentes sobre la Tierra viene con la jeringa celestial y le aplica su dosis correspondiente de alma, declarándolo un auténtico ser humanos hecho y “con” derechos, entonces ahí sí que lo es. Lo que no me explico es por qué, si así fuere, la iglesia no lo ingresa a sus filas en ese momento, y no que tenga que esperar hasta que se desarrolle y nazca para empezar a lavarle la cabeza con agua bendita con el fin de limpiarlo del pecado original y también de “otros” pecados que, eventualmente, pudiese tener ya de fábrica, según el sacramento bautismal.
¿Será porque en esa etapa, si ni si quiera la madre se entera que está embarazada, mucho menos se enterará un “padre”?
Esto es análogamente confuso al discurso de Juan Pablo II en su intento de justificar la creación del hombre inserta en el proceso evolutivo ¿A cuál hombre fue que se le inyectó un alma? ¿Al homo sapiens? ¿Al homo antecessor? ¿Al homo erectus, acaso?
La pregunta no puede tener respuesta porque las denominaciones de las especies que conforman el parentesco de nuestra ascendencia, no son más que eso, denominaciones.
Las claras diferencias que hoy vemos entre ellas son apreciables porque están separadas por miles y miles de años, pero si tuviéramos que ubicarnos en un punto intermedio entre generaciones, cualquier diferencia nos resultaría imposible de percibir.
Es como cuando nos crece el pelo, entre un día y el siguiente no notamos la diferencia pero si vemos una foto nuestra de hace meses, ésta es contundente.
Yendo hacia atrás en el tiempo, si nos propusiéramos establecer una línea divisoria clara y precisa entre especies ¿A cuál consideraríamos humano y a cuál animal?
Otra vez nos encontramos en un embrollo. Entonces, lo que hacemos para tomar un parámetro aproximado, es considerar como punto de referencia el desarrollo del cerebro.
En la actualidad, nuestro pariente más cercano, de los que sobreviven, es nuestro primo el chimpancé, y la diferencia entre su cerebro y el nuestro es bien clara. Recién en estas últimas décadas hay intenciones altruistas de contemplar unos derechos básicos que los protejan, como así también a algunas otras especies de animales no humanos. Es natural que no se les puedan considerar los mismos derechos que a una persona, ya que obviamente les resulta imposible tener obligaciones. Pero imaginemos lo siguiente ¿Qué pasaría, en el supuesto caso que la ciencia genética pudiese traer a la vida a uno de nuestros ancestros? Sería físicamente mucho más similar a nosotros que un chimpancé, se comunicaría, sabría hacer fuego, incluso dibujar o hacer artesanías, y seguramente aprendería algunas cosas más, así como también, si nos descuidamos, muy posiblemente nos lanzaría una piedra por la cabeza para sacarnos nuestra hamburguesa o se lanzaría encima de nuestra hermana sin invitarla a tomar algo previamente. Estas características y aptitudes, sin duda, resultarían determinantes para que lo considerásemos de manera diferente que a un animal en cuanto a sus derechos, pero si su cerebro no estuviese lo suficientemente desarrollado como para comprender los actuales códigos de civilidad, encontrándose en una suerte de “mitad de camino”, tampoco podría ejercer las obligaciones que estos códigos exigen. Por lo tanto otra vez estaríamos un brete. Lo que quiero destacar con esto, más que nada, es la importancia que tiene el desarrollo del cerebro en una persona, de hecho, es principalmente lo que nos diferencia del resto de las especies y, en definitiva, lo que nos hace humanos.
Volviendo a nuestra analogía con el desarrollo del feto, podemos decir que hasta que éste no desarrolle su cerebro (y sistema nervioso) no deberíamos considerarlo como un ser humano que cuente con derechos, y esto lo aclaro, porque instintivamente es lo primero que se suele utilizar como consigna antiabortista.
Lo que sí hay allí – y otra vez esto nadie puede negar- es un “potencial” ser humano que comienza a formarse. Veamos ahora el tema de esta potencialidad.
En este punto es donde, en muchas ocasiones, al pensamiento religioso le encanta sacar a relucir lo que ellos llaman el argumento de Beethoven, cuando en realidad, se trata de una falacia.
En dos palabras, para quienes no la conozcan, es aquella que dice que el padre y la madre del genial músico tenían sífilis y tuberculosis respectivamente, que también él tenía como cuatro hermanos mayores de los cuales uno salió sordo mudo, el otro muerto, el otro con tuberculosis y el otro con no se qué cosa de esas. La cuestión del supuesto argumento es que si los padres hubieran aplicado la lógica de posibilidades según la estadística, deberían haber abortado, pero sin embargo, si lo hubiesen hecho, no hubiera nacido jamás el bueno de Ludwig.
Muy poco de esto fue cierto, basta remitirse a la biografía del compositor. Pero pongamos por caso que lo hubiese sido. ¿Por que sólo mirar la cara bonita de la moneda? ¿Y por qué no aplicar el mismo criterio a un Hitler o a un Torquemada y ver la otra cara posible? Claro, me dirán otra vez de manera solemne: el hombre nace con su alma pura(bueno, sólo con pecado original) y luego el mismo ser humano la corrompe, surgiendo a partir de allí la idea que el hombre es malo, es pecador, el hombre todo lo estropea. Yo simplemente respondo que precisamente, eso, es despreciar la vida de la raza humana. No querer ver las evidencias de nuestro origen y pensar que el hombre tiene que ser bueno “porque sí” no va a arreglar las cosas. Las cosas se pueden arreglar si reconocemos y tomamos real conciencia de una vez por todas, que gracias a un proceso evolutivo somos, en general, más o menos buenos y más o menos malos, algunos estarán más a los extremos del espectro que otros, pero de esa manera, en parte, nacemos y, en parte, nos hacemos.
Incluso también, de a poco nos vamos dando cuenta que el “ser buenos” no sólo nos hace de una mejor convivencia, sino que, aparte, nos conviene. Hay que tener en cuenta que nuestro cerebro aún se sigue desarrollando. Hoy recién empezamos a comprender los primeros mecanismos de su funcionamiento y sabemos con certeza que en muchos casos nos engaña. La visión, por ejemplo, nos deja ver sólo lo que nos sirve para subsistir en nuestro entorno y no el resto de lo que existe. Cuando usted ve el borde de una mesa o cualquier línea recta, en realidad no esta viendo la línea en su totalidad, punto por punto, sólo ve los extremos y el cerebro construye el resto. También, mientras usted piensa que esta ahí quietecito leyendo esto, en realidad esta rodando a una velocidad de 1000 Km. /h (o a 1600 si estuviese sobre el ecuador o quitecito si estuviese justo en el polo) que es la velocidad en que gira la tierra, pero ¿quién podría vivir con la sensación constante de que se está sobre una tasa loca como la de los parques de diversiones?
Otra de esas tantas ilusiones de nuestro cerebro es la idea del alma e, incluso de similar manera, el sólo hecho de decir “nuestro cerebro” también es ilusorio. No es que el cerebro sea “nuestro”, sino que nosotros directamente “somos” ese cerebro. Pienso que la ilusión del “yo” aún nos resulta de utilidad para desenvolvernos y, sobre todo para comunicarnos (que es tan importante para nosotros), pero la del alma, por más bella que nos resulte la idea, ya está quedando obsoleta y, lo que es peor, nos está causando problemas a la hora de interactuar con las nuevas realidades que hemos descubierto recientemente en nuestro entorno. Por lo que creo, que iría siendo conveniente seguir utilizándola, sí, pero sólo como metáfora en el imaginario de poesías y canciones. De esta manera, tal vez, llegue a hundirse en las profundidades de ella misma y, con un poco de suerte, finalmente se ahogue.
Es hora que dejemos de engañarnos -y sobre todo- que dejemos de engañar a nuestra descendencia en su edad más vulnerable, al menos, si es que tanto nos preocupamos por el futuro de los potenciales seres humanos. El alma no es otra cosa que un producto más de nuestro cerebro y, de hecho, está más relacionada con la muerte que con la vida.
No podemos elaborar -bajo ningún concepto- leyes terrenales que estén fundadas en un simple deseo de continuidad en el difuso paisaje de otro supuesto mundo ideal.
Sin cerebro no hay alma ni tampoco hay ser humano, en cambio con cerebro puede no haber alma, pero, indefectiblemente, siempre hay ser humano.
Hasta aquí vimos las diferencias conceptuales en el origen y las respectivas consecuencias de ambas posturas. Mediante una analogía didáctica también nos dimos cuenta de lo difícil que nos resulta establecer lo que es humano y lo que no, pero si hay algo que nos queda claro en ese punto es que, sin este cerebro, podemos ser cualquier otra cosa, pero de ninguna manera, seres humanos.
Finalmente quedamos en que el potencial ser humano que se esta gestando se los suele mirar con un solo ojo, seguramente que para cuando lo reciban, hacerlo con un guiño, como diciéndole ¡bienvenido al club!
Ahora es momento abrir bien los ojos y ver el aspecto social, que en realidad es lo que debería resultarnos mucho más importante. Para ello nuevamente y, como es lógico, debemos mirar tanto hacia atrás como hacia adelante en el tiempo y, también, hacia los costados en el espacio.
Una ley de derechos humanos como resulta ser la despenalización del aborto no se puede hacer sin mirar a futuro. Como mencionaba anteriormente, el pensamiento religioso tiene un fuerte anclaje en el pasado y cuando quiere mirar a futuro sólo ve fantasmas celestiales. Si abrimos bien los ojos de una vez por todas e intentamos ver hacia adelante, que en realidad, no es otra cosa que ejercer la “especialidad” de la raza humana, deberíamos tener en cuenta ciertos puntos a la hora de preguntar ¿Por qué necesitamos despenalizar y regular el aborto?
Uno de ellos es tener en cuenta que los avances aceleradísimos de la genética y otras ciencias nuevas, de los cuales hoy (si queremos), podemos ser testigos, van a colocarnos en un escenario totalmente diferente al actual. Y no estoy hablando en este caso de miles o millones de años, como cuando miramos hacia atrás, me refiero solamente a un par de generaciones más adelante, o sea, nuestros hijos o nietos (Suponiendo, claro, que dentro de dos años falle, como tantas otras veces, el “bendito” armagedón).
Pensemos seriamente en qué vamos a hacer en el futuro, cuando una sustituta ecografía que, vaya a saber uno cómo se llamará por eso años, nos diga, por ejemplo: Su hijo nacerá con el cabello rubio y los ojos celestes. En su madurez alcanzará una altura aproximada de 1,78 m, pero esto sólo si ocurre un milagro, ya que también tendrá una afección severa en el miocardio y existe un 98% de posibilidades que la palme antes de los dos o, a lo sumo, tres años de vida.
¿Diremos que tiene derecho a nacer para vivir en esas condiciones? ¿Estaremos dispuestos a sufrir el “calvario” de vivir ese tiempo corriendo al hospital a cada rato para luego afrontar el terrible dolor que implica la muerte excesivamente prematura de un hijo? ¿Acaso esperaremos el milagro? ¿O preferiríamos cortar a tiempo y esperar por lo sano? Debemos tomar real conciencia que este escenario no es el set de una película de ciencia ficción. Se trata de algo que muy posiblemente empezará a suceder en forma gradual y, tal vez, bastante antes de lo que imaginamos. Calculo que en esos momentos las discusiones pasarán por intentar regular normativas para los casos en que los pronósticos sean desalentadores pero en puntos intermedios. Se debatirá probablemente si hay derecho a nacer para sobrellevar una enfermedad complicada de por vida, o bien, si hay derecho, sabiendo que no hay mucha probabilidad de que vaya a pasar de los diez o quince años de vida. Pero sinceramente no creo que haya dudas en interrumpir el embarazo cuando los resultados sean claramente determinantes.
Como analogía premonitoria de esta situación, tenemos en el presente el caso de los chiquitos en adopción ¿Cuántas personas adoptan chicos sanos y cuántas a uno que padezca alguna enfermedad? …No creo que haya mucho más que agregar.
Pasemos ahora a otro de los puntos de la cuestión social, que seguramente nos resultará sensible, pero que no podemos pasar por alto en esta discusión.
En el debate sobre el matrimonio igualitario, que mencioné al principio, se dio el caso que un diputado (que lleva el mismo apellido de un capo cómico argentino ya fallecido) se oponía a la ley sosteniendo el siguiente razonamiento básico: Hay una isla habitada sólo por hombres y otra habitada por hombres y mujeres. Al cabo del tiempo, los de de la isla unisex se extinguen y los de la mixta sobreviven. ¡Brillante! Claro que al escuchar esta obviedad no podemos negar que tiene razón, sin embargo lo que debemos tener en cuenta ahora es que –ese- no es precisamente el escenario actual, sino que de a poco nos vamos aproximando, cada vez más, justo al opuesto. Por más que el corazón sea grande, la casa nos está quedando cada vez más chica. Este es otro claro ejemplo de la presunción de defender “la vida” porque sí, sin tener el mínimo reparo en la manera en que ésta se desarrolla y en qué tipo de contexto.
Siguiendo los lineamientos de ese tipo de razonamiento básico, me podrán decir ¡pero si hay espacio de sobra! Señores, bien sabemos que no sólo es espacio físico lo que hace falta, las personas, para vivir, hoy necesitamos todo un paquete de recursos que son justamente lo que en la actualidad necesitamos reorganizar y estar muy atentos a su distribución, al menos, si es que en unos años no queremos experimentar en carne propia lo que significó la edad media.
A muchas personas de clase media para arriba, con bastante frecuencia, se le escucha decir muy a la ligera: ¿Sobrepoblación? ¡Imposible! Si la gente cada vez tiene menos chicos
Si uno le dice que no sólo mire los índices de natalidad de la clase media alta europea de los últimos diez años, sino que mire también los índices de aumento exponencial de bastante más tiempo atrás e incluya a las clases de más bajos recursos, entonces responden de manera enfática ¡Esos porque son ignorantes y sólo les importa el sexo! ¡Tienen de a seis hijos y no piensan que luego no los pueden mantener!
Es lógico que sean ignorantes, si consideramos que ellos no tienen la misma oportunidad de recibir educación que tienen otros y, si por casualidad la tienen, en muchos casos, el mismo entorno en el que viven puede hacer que la desaprovechen.
Sin embargo se trata de otro error, el sexo les gusta de la misma manera que le gusta a cualquiera y no es por eso que tengan más hijos. Una persona con suficiente poder adquisitivo puede tener seis hijos porque sabe que puede mantenerlos, mientras que una persona sin recursos económicos puede tener seis hijos, lamentablemente, porque de esa manera tiene más posibilidades de que, en un entorno difícil, algunos de ellos tengan más probabilidades de sobrevivir. Y eso no se piensa, eso es instinto en plena acción.
Hay que tener en claro que la urgencia de tener en la actualidad una ley de estas características es justamente para proteger la vida de los que tienen menos recursos y están prácticamente condenados a someterse a una mala praxis. Una persona que va a escondidas a una interrumpir un embarazo en condiciones seguras, es obvio que no la necesita; a ver si todavía, al estar legalizado y regulado, tiene que dejar asentado con su firma en algún registro que cometió semejante ”pecadillo”.
Es inminente que se van a tener que tomar medidas para que se empiece a equiparar un poco la cosa entre las abismales diferencias entre clases sociales a nivel global, más aún de lo que ya se equipararon, si tomamos como referencia tan sólo un par de siglos atrás. Ya que de lo contrario, sin vaticinar Apocalipsis, podemos llegar a tener serios líos si la población aumenta como se prevé y, o escasean, o no se reparten de manera más equitativa lo recursos.
¿Qué pasará en ese caso? ¿Por fin los pobres tomarán el poder por sobre los ricos? Es vidente que no. Ya tenemos experiencia a montones en ese tipo de situaciones a partir de ejemplos más aislados, morirán de a miles. La diferencia está en que eso, en la actualidad, cada vez más, gracias a loas avances en comunicación, está empezando a quedar mal visto y a ser condenado a nivel global.
Aparte, basta con dejar de creernos tan” divinos” y sólo mirar en la naturaleza cómo cuando en un grupo de organismos, son demasiados y escasean los recursos, la manera poco simpática en la que éste se autorregula.
También, otra de las cosas que hay que considerar, es que tenemos la posibilidad de un futuro en que los avances de la medicina harán que la gente que no puede tener hijos, los pueda tener de manera mucho más eficiente de lo que se hace hoy en día. Si a eso le sumamos que seguramente también se prolongará, como se viene prolongando, la expectativa de vida (no olvidemos que menos de ciento cincuenta años prácticamente se duplicó), tendremos mucha más gente por todas partes y “afortunadamente” viviendo más tiempo.Y mejor ni hablar si se siguen descubriendo células madre en diferentes partes de nuestro organismo. Sabiendo que una célula madre también es un “potencial” ser humano, no sea cosa que cada vez que nos cortemos las uñas o vayamos a la peluquería, nos convirtamos en los más seudo-inconcientes de los genocidas de la historia.
Es por esto que debemos ser concientes que una ley como ésta es una herramienta más, de las tantas otras que hay, que nos sirve para ir autorregulando gradualmente un posible futuro complicado, de una manera mucho menos drástica que si lo hacemos actuando ante una emergencia. Claro que una nueva enfermedad, un meteorito o una terrible erupción pueden diezmarnos en un santiamén, pero bueno, eso es otro tema y, en ese caso, sacarán leyes mediante las cuales se les pague o incentive a las personas para tener hijos.
Pensemos que hoy, en algunos países de lo que para occidente aún sigue siendo la cara oculta de la Tierra, hay leyes que limitan la natalidad por la densidad demográfica en que hay en ellos.
¿Cómo reaccionaríamos llegado el caso que tengamos que tomar medidas similares?
Seguramente pondríamos el grito en el cielo para que, una vez más, éste sea únicamente escuchado en la tierra por los seres humanos (como es natural), sin más reacción que la de ponernos a llorar y patalear.
Para terminar, y luego de ver muy resumidamente, las factibles consecuencias sociales que puede acarrear el hecho de no tomar a tiempo las medidas preventivas necesarias, las cuales, adicionalmente, nos hacen caer en la cuenta que también nos resultan útiles para que en la actualidad exista más equidad, debo decir, que el resto de las argumentaciones que seguramente expondrán, principalmente, los sectores feministas en relación a la defensa del cuerpo y el cerebro(que es parte del cuerpo) de la mujer, me resultan sumamente plausibles, pero como dije al principio, mi intención en esta reflexión personal, es considerar los puntos que, posiblemente, no se tengan en cuenta en la discusión mediática.
Saludos
Juan Carlos
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10 comentarios:
Juan Carlos, gracias por compartirte! sé que no requieres de ningún reconocimiento pero encuentro tu exposición tan coherente, tan sustentada, integrada caray! Me encantó tu expresión: "basta con dejar de creernos tan” divinos” Tu respeto hacia cualquier credo, sugeriendo que no puede ser la atribución a un ser perfecto dentro de la lógica e inteligente posición, contradictorio a sus propias leyes...maravillosa! Un gran abrazo!
Gracias por tus palabras Verónica, la verdad es que comprendo la existencia de los credos y entiendo al la gente que los profesa, ahora sinceramente no se si los respeto mucho que digamos. Al menos cuando atentan contra cuestiones terrenales que nos ponen en cierto riesgo.
Te mando una beso grande y gracias por compartirte!
muy interesante y no apto para la lectura de cualquiera, pero me sigo negando al aborto, siendo ateo practicante no puedo acceder a la posibilidad de coartar la vida a nadie, nacido o no, hasta definir que es ser humano. me parece muy bien pensada la perspectiva del cerebro pero terriblemente cruel. se que la solución siempre va a ser EDUCACIÓN para evitar embarazos no deseados, pero la "poda" de los malas hierbas o la supresión de las semillas malas... no. pero sin lugar a dudas hiciste dar una vuelta más a mi pensamiento. felicitaciones por la exposición y saludos cordiales
Estoy de acuerdo Gustavo con el tema de la educación que mencionás,pero también creo que eso sería un escenario ideal, al cual de momento no tenemos acceso, y no estoy tan seguro si en algún momento lo tendremos(aunque no por esto deje de poner mi empeño o "deseo" en que así sea)
La pena que nos da el hecho de tener la certeza que lo que hacemos en este caso, es estar impidiendo la potencialidad de una vida, es producto de esa capacidad que tenemos de anticipar,en cierta medida, el futuro. El tema es que no queda más que en eso...en la idea de lo que podría haber resultado.(en definitiva no somos mucho más que eso) La realidad es que si coartamos una vida de quien ni se llega a enterar, el perjuicio,creo yo, es mas nuestro que de el supuesto"él".
Saludos y , sinceramente aprecio tu comentario
Juan Carlos, Verdaderamente me gustó mucho leer tus argumentos. Creo en Dios, y así mismo Creo que una Ley de Este tipo es de suma Importancia. Nunca escuché el Argumento de Bethoven, de todos modos se van a decir miles de argumentos de ese tipo.
Ahora una amiga está Abortando, razones las tiene. No es ninguna ignorante (Rompiendo con el prejuicio de la educación ), hoy Lic. en Psicología, y lo que más me preocupa es que le pase algo y que por un Estado no Asegure su Asistencia Médica es Lamentable. Abortos Hay todo El tiempo. Los fanáticos religiosos se olvidan de los que ya Son conscientes.
Un gusto.Espero que puedas pasar por mi Página Web (Blog)
Bueno Cristian, me alegro que te haya gustado esta publicación. Ojalá todos supieran separar las cosas de la misma manera. Espero que a tu amiga le salgan bien las cosas y, sobre todo, que en el futuro las cosas cambien. En cuanto pueda me doy una vuelta por tu blog a ver de que se trata
Un saludo y gracias por tus comentarios
Hay tantas cosas que no comparto con lo que escribiste, diria que en todo practicamente. Pero no me voy a detener punto por punto a enumerar todo en lo que no coincido con vos, simplemente voy a dejar clara mi postura y algunos fundamentos, creo que ponerlos todos no tiene mucho sentido aca.
En primer lugar, claramente estoy en contra de que se de via libre al aborto. Es cierto que la gente con menos recursos es la que mas sufre este tema. Pero a esa gente, y por mas que esto sea algo "ideal" como lei por ahi que pusiste, hay que enseñarle. Creo firmemente que se puede lograr que los chicos dejen de trabajar en la calle con 5, 6 años de edad, a veces menos, para que esten en la escuela, apreniendo a leer. Esos mismos chicos de mas grandes van a ir a una facultad a lo mejor, o van a estar preparados para tener un trabajo digno y no esperar que desde el gobierno les den plata por no hacer nada. Cuando la plata te la ganas vos, es mas lindo no?. Esos mismos chicos van a estar preparados para pensar y razonar (no tomen esto como discriminacion, pero chicos que se cagan de frio esperando una moneda de 50 ctvs piensan mas en la comida que en un futuro). Logicamente no es algo que se logre a corto plazo, pero hay que hacerlo. Invertir plata en educacion es una excelente manera para darles un futuro con posibilidades a estos futuros adultos. Otra forma, invertir en salud, son muchos los hospitales publicos que se caen a pedazos en el pais, muchos de estos hospitales son los que atienden a la gente de menos recursos y mucha gente se muere por causas que nada tienen que ver con el aborto pero si con falta de equipos adecuados, y ni hablar del salario de un medico que es inferior al de un chofer de colectivo. Entonces pienso que, invertir en salud y educacion, es la mejor manera de ayudar a la gente con menos recursos. Hacerlos partes a ellos (los de menos recursos) de una causa que, como bien vos explicaste, tiene un gran trasfondo como es el querer parar con el crecimiento de la poblacion, me parece caer muy bajo.
Con respecto a este ultimo tema que hablas del futuro, del poco espacio que vas a tener para vivir y demas, los nenes que estan en las panzas de sus mamas no tienen la culpa, entonces pienso, ¿porque no dejas de vivir vos para darnos espacios a nosotros? OJO, no tomes esto como que te estoy diciendo anda y matate, solamente sigo el criterio que vos utsaste. Dejo en claro que no quiero que te mates ni mucho menos.
Ya para ir terminando, digo lo siguiente, la persona, ser humano o como quieras decirle segun todas las teorias que pusiste, que esta en la panza de su mama, no tiene la culpa de nada de lo que pasa afuera. Si nace y se hace un hittler como vos decis, no va a ser su culpa, uno se forma a lo largo de su vida, no nace siendo malo o bueno como me parecio leer por ahi, a lo mejor me equivoco y lei mal. Queda en nosotros, en mi, en vos, y en el que este leyendo esto, mostrarle a los chicos que vienen como se hacen las cosas.
Guido ante todo gracias por el comentario, entiendo que estés en desacuerdo con todo o casi todo lo que digo, así como también entiendo que no te detengas punto por punto. No creo que sea necesario que lo hagas ya que veo claramente, por lo que me comentás, que tu forma de abordar el problema inicia con el precepto de la negación y,a partir de alli, construis las justificaciones para defender dicha negación.(que por su puesto es respetable, aunque yo prefiero construir el razonamiento al revés, o sea SI/NO son las posibles conclusiones a las que se llegan y no los preceptos)
Hoy en día, que por estos pagos, está tan de moda la palabra "polarización", es evidente que que la misma te ha impulsado a un extremo de las posturas. Esto se demuestra cuando decís desde el principio "darle vía libre al aborto". Yo no pretendo ni menciono en ningún momento darle vía libre al aborto sino la regularizacion legal del mismo. El resto de tu discurso no difiere al que se suele escuchar en varios de los políticos de hoy y de otras epocas escuchamos, o sea, el de enumerar los problemas existentes y de los cuales la solución radica en el solo hecho de solucionarlos (sin decir como). Se suele hablar del conjunto de la sociedad o de "la gente" cual si se tratara de algo "ideal" cuando la realidad nos dice una y otra vez que no lo es. Lo que deberíamos tener en cuenta es que los problemas (que todos sabemos cuales son) se pueden solucionar gradualmente. Es obvio que con educación se solucionan muchos temas y es bueno que hayas mencionado un ejemplo como el de los subsidios ya que vale la comparacion. Los subsidios no deben ser ad infinitum, sino una herramienta intermedia para ayudar a quienes menos posibilidades tienen. Hoy, por ejemplo, quien recibe la asignacion universal, debe justificar que su hijo va al colegio y tambien que recibe las vacunas correspondientes. Es mas o menos como la caridad que da la iglesia, solo que ésta, lo que pide a cambio es la prueba de que ha sido instruido en su dogma. (evidentemente una es mucho más útil que la otra)
La educación de una sociedad lleva muchos años y como la ignorancia es algo cíclico siempre hay generaciones que quedan atrapadas en el medio (por eso me parece que la soluciones intermedias son válidas) La regularización del aborto sería una de ellas.
Con respecto a tu propuesta (supuestamente no propuesta) para impulsar mi suicidio te aviso que no es viable ni tampoco coherente con mi discurso.Yo no hablo de la superpoblación como algo actual, si no a futuro, si miramos el crecimiento exponencial de la historia de la humanidad, no hace falta ser videntes para vislumbrar hacia dónde nos dirigimos.
Claro que un embrión no tiene culpas, como así tampoco tiene inocencia.
Te recomiendo, releas el artículo sin el precepto de la negación y tal vez notes que no esta "polarizado" al otro extremo irracional del viva la pepa, sino que esta elaborado a partir de la necesidades que hoy, nos gusten o no, se visibilizan si observamos nuestro entorno
Saludos
Juan Carlos
Veo que este post tiene varios meses ya... bueno, llegó a mí recién, a partir de que alguien lo compartió en facebook. Terminé de leerlo y ya me quise mandar a felicitarte y a exponer mi posición respecto a la palabra "madre" (y su "mal uso") y no "mujer"; a defender la postura feminista del repudio a la idea de cuerpo como continente y muchas otras cosas, hasta que leí que esos eran los argumentos que claramente no estaban en el debate. Me parecía raro no estar leyendo más de lo mismo en semejante publicación. La verdad? brillante! Estoy a favor de la despenalización de la IVE, y he leído infinidad de argumentos, trabajos de campo, noticias, y que se yo qué más. Me identifico con este asunto más de lo que me imaginé, y como tantas otras mujeres, no me gustaría que nadie metiera ni manos ni ideologías en mi cuerpo.
Jamás leí algo como esto. Te felicito.
Bueno Cecilia, agradezco tus palabras y me alegra que te haya resultado interesante. Las ideologías es muy dificil que no se nos metan en el cuerpo, lo buenos es intentar comprenderlas para luego discernir y ver si hay algo que nos resulte útil de ellas o si directamente las descartamos.
Un beso y gracias
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