"Mundo de ensueños, tierra dormida donde a la muerte llaman vida."
-Silvio Rodríguez-
UNA IDEA MÁS ÚTIL A LA HORA DE ASUMIR LA MUERTE
En aproximadamente un cuatrimestre, si no sucede nada que determine lo contrario, voy a estar cumpliendo mis primeros cuarenta añitos de vida. Es muy probable que tanto aquel que me conozca personalmente, como el que no, suponga, livianamente y a primera vista, que el motivo que me habrá llevado a interiorizarme en el tema que hoy voy a abordar, sea la renombrada “crisis de los cuarenta”, que como todos sabemos, es esa supuesta etapa de la vida tan promocionada y difundida - si se me permite jugar con las palabras e inventar un término- por los “pro-psychos” de siempre, y que también es tan aceptada por mucha gente en general. En mi opinión, el hecho de que una persona tome conciencia de algunos cambios en su proceso vital, lógico y biológico, e intente bosquejar un inventario de lo hecho hasta el momento, no determina de ninguna manera que este aspecto de dicho proceso tenga que ser necesaria u obligatoriamente crítico. Que tengamos que afrontar algunos problemas es otra cosa, siempre lo vivimos haciendo.
La verdad es que esto lo puedo decir, si se quiere, desde un lugar más que privilegiado; ya que, de lo que hoy podemos considerar la media para el status de un hombre de mi edad, me encuentro casi en la situación más desfavorable de las posibles, para ser claro, esto quiere decir que es muy probable que vaya a soplar mis cuarenta velitas, eventualmente, sin trabajo, sin mujer, sin hijos, sin casa propia, sin cuenta bancaria ni tarjeta de crédito, sin auto, y sin años de la supuesta garantía que brinda el haber llevado una vida saludable; como así también, y vale aclararlo, sin deudas pendientes.
Independientemente que alguna de estas cuestiones, o bien, todas ellas, puedan revertirse de un momento a otro (ya que alguna es consecuencia de la otra) y también independientemente que algunas fueron buscadas intencionalmente y otras no, es necesario decir, y sinceramente no a manera de justificación, que es muy probable que esta situación actual, en la cual estoy prácticamente despojado de estas importantes responsabilidades, me permita hacer un análisis mucho más claro sobre lo que quiero hablar sin que éste resulte de alguna manera contaminado.
Como habrán notado, remarqué en negrita la palabra “casi” cuando hice referencia a lo desfavorable de la situación, y lo hice debido a que no es la más desfavorable de todas, ya que considero que la verdadera crisis de los cuarenta, la tenían que padecer las personas que vivían alrededor de los años 1870 ¿Por qué? Porque en aquellos años, aunque nos parezca increíble, la media para la expectativa de vida era justamente esa, lo que significa que mucha gente a los cuarenta años, directamente se moría.
Y este es el tema que hoy me ocupa: La muerte
Si hay algo que podemos dar por cierto en este mundo, es que todo organismo vivo existente, en algún momento de su ciclo vital, por un motivo u otro, inevitablemente se muere. Algunos de ellos ni se enteran, otros de alguna manera lo intuyen, y nosotros, los seres humanos, que a pocos años de haber nacido, lo sabemos.
Esto de tener conciencia de nuestra finitud, generalmente, es considerado por casi todo el mundo como el gran drama humano, o como el principal motivo de nuestro sufrimiento, y por qué no también como la raíz de todos nuestros miedos, cosas que son ciertas; aunque también deberíamos tener en cuenta que este estado de conciencia resulta ser el motor que nos impulsa (y nos sigue impulsando) a modificar y extender, en cierta medida, la expectativa de nuestra propia vida. Si prestamos atención a lo que dije unas líneas arriba, nos damos cuenta que en poco menos de ciento cincuenta años, logramos prácticamente duplicarla.
Considerar esta cara de la moneda y ver el lado útil de este temor en términos generales e históricos, digamos que equilibra un poco las cosas, pero lamentablemente, en lo intrínseco de cada ser humano, no es suficiente para eliminarlo, ya que éste tiene un fuerte anclaje a nuestro instinto de supervivencia.
Entonces no nos queda otra opción que asumir que, al menos de momento, no hay nada que nos quite ese miedo, y en consecuencia, a lo único que podemos recurrir es al viejo pero siempre vigente, consuelo. Es así de simple, por ahora estamos fritos y no hay mucha vuelta que darle al asunto. O vivimos con miedo a morir, o bien, cuando tomamos conciencia de ello, adoptamos el consuelo tradicional heredado de nuestros padres y/o entorno, con la posibilidad de cambiarlo de más grandes, por algún otro consuelo que los garúes del engaño nos ofertan, sin escrúpulos, en las bateas de cualquier cultura. (Más adelante necesitaremos ver estos sistemas un poco más en detalle).
Visto que no tenemos mucha más opción que adoptar la estrategia de un consuelo para asimilar la muerte, les cuento que yo tengo la mía. Pasa que como no me cuadraban ninguno de los ofrecidos en caché, necesité elaborar uno a mi medida, partiendo de la base, claro está, de mis fuertes sospechas de la inexistencia de cualquier tipo de dios imaginable. Lo cual no quiere decir que no hayan podido utilizar este mismo consuelo otras personas antes, eso sinceramente no lo se, ni tampoco me preocupa, ya que en estas cuestiones busco utilidad y no originalidad.
Lo que sigue a partir de aquí, sin duda, es una prueba más que este escrito no es consecuencia de una supuesta crisis momentánea de la edad, sino de la maduración de una idea que ya me llamaba la atención desde mi adolescencia. Cuento con testigos que pueden afirmar que a lo largo de estos años, muchas veces, incluso hasta en mis intentos de ligar con alguna chica en un bar, se daba que mis temas de conversación consistían en preguntas orientadas hacia esta temática… bueno eso calculo que también, en parte, revelará por qué es que aún me mantengo soltero(aparte del bajo status), je je je…
Bromas aparte. Para poder explicar cuál es mi punto de vista con respecto a esta cuestión, antes sería prudente decir que para hablar de la muerte propiamente dicha, como es lógico, cualquier persona debería fundamentarlo desde la propia experiencia, y eso absolutamente nadie puede hacerlo. Aquí voy a obviar la opinión de todos aquellos “Lázaros” que han tenido la “suerte” de haber estado clínicamente muertos durante unos pocos segundos, y que, ni bien les dieron el alta médica, han corrido a llenarse los bolillos editando libros enteros en los que narraban su experiencia. Y los voy a obviar porque una experiencia cerebral previa (en el caso que realmente la haya tenido) no es bajo ningún concepto un fundamento valedero, y mucho menos si ¡Oh casualidad! coincide con la historia oficial que a tantos les gusta escuchar hasta el cansancio.
Con las cosas puestas de esta manera, entonces sólo podemos hablar en forma hipotética, ya que la muerte cuenta con el exclusivísimo y supremo beneficio de la duda, lo cual nos da el derecho de suponer lo que mejor nos venga en gana, pero de ninguna manera tomarlo como un hecho. Por lo tanto de la muerte, propiamente dicha, sólo voy a suponer lo siguiente:
En lo personal, aunque sea imposible imaginar en forma “vívida” la inexperiencia a partir de la experiencia, podría intentar hacerlo, transportándome, por ejemplo, al 10 de marzo de 1432, o bien de 1969, y suponerme en un contexto similar a estar muerto. Pero con este criterio podría también suponer una sensación similar si intento imaginarme el mismo día de 1972 o incluso de 2009, ya que no tengo idea qué estaba haciendo específicamente ni dónde, está bien que la diferencia está en que, por más que no recuerde el entorno puntual en esas fechas, tengo la certeza que estaba vivo. Esto me indica que el tema de estar muerto no es lo que, en principio, más nos preocupa, simplemente nos provoca cierta melancolía, como tener la sensación de que nos perdemos de algo, así como análogamente, puede resultar para una persona, cuando en una reunión de amigos, todos recuerdan una anécdota divertida y ésta no estaba presente durante el momento en que transcurría.
En el día a día nos preocupa más, o al menos nos resulta mucho más angustiante el hecho de morir que el de estar muerto en sí, y por eso cotidianamente tomamos tantas precauciones, ya sea, conciente o inconcientemente para evitarlo.
Esto sí que es mucho más fácil de conjeturar, ya que yo puedo imaginarme cómo sería morir, de una manera bastante sencilla y en la circunstancia que fuere. Simplemente puedo percibir el último segundo como una sensación similar a la que tenemos cuando estando en un ambiente iluminado y rodeado de artefactos eléctricos funcionando, de repente, se corta la energía, esto en caso que fuera de manera imprevista.
En el caso que sea algo previsto, quienes hayan experimentado cortes de luz programados para una hora exacta, sabrán que por más que uno este mirando el reloj y sepa que se va a cortar en el momento justo que anunciaron, esa sensación de vacío en los sentidos a los que nuestro cerebro no estaba acostumbrado hasta ese momento, en el microsegundo que sucede, no la podemos evitar. Salvando, claro está, la distancia enorme que hay en el microsegundo posterior, entre aguzar los sentidos y amoldarlos a la oscuridad y al silencio; y perderlos por completo.
Cuando recopilaba datos, durante todos estos años, hablando e indagando en la opinión de la gente mediante charlas circunstanciales, me encontré con que ante la pregunta ¿En qué circunstancias preferirías que fuera tu muerte? Exceptuando a los que directamente evaden a toda costa la respuesta con alguna frase hecha, la mayoría de ellos responden “de viejo y durmiendo”, o bien, “sin darme cuenta”. Esto me llamó siempre poderosamente la atención ya que, según mi forma de pensar, más allá que resulten respuestas tan comprensibles como también respetables, hay que estar atentos a lo que ellas nos pueden estar develando. Cuando a mí me hacen la misma pregunta yo respondo: De viejo y despierto, preferentemente de alguna enfermedad que no afecte mi cerebro y me de el tiempo suficiente a un repaso final y lo más minucioso posible de lo máximo que pueda recordar sobre lo experimentado. Como soy conciente que esto sólo es el deseo de una situación ideal, y que lo imprevisible de la muerte está a la orden de cualquier día y de cualquier manera, es por eso que suelo hacer periódicamente ese tipo de repasos. Vale aclarar que esta periodicidad, lejos está de mostrarme como una persona nostálgica, y muy lejos está del extremo de lo que pueda resultar obsesivo.
.
La siguiente pregunta clásica que suelo hacer es ¿Y qué pensás que pasa después que uno se muere? Y esta pregunta es la que me va a permitir entrar de lleno a contemplar la posibilidad de obtener un mejor consuelo que el que suele tener la mayoría de la gente. Más adelante veremos como las diferentes respuestas a esta pregunta pueden tener importantes implicancias para nuestras vidas
Pero para esto, como mencioné anteriormente, primero vamos a ver un poco más en detalle en qué se basan los consuelos aceptados más popularmente.
Para casi todos hay “algo” que nos espera luego de haber muerto. Si observamos la lista de Universales Humanos de Donald Brown, nos encontramos que el miedo a la muerte es uno de ellos como así también hay otro ítem que es creencia en lo sobrenatural/ las religiones. Esto quiere decir que, para quien no lo sepa, que junto a otros tantos, estos aspectos de nuestro comportamiento son comunes a todas las sociedades humanas. Ahora bien, cualquier religión de las que existen en la actualidad no tiene ningún inconveniente en considerar sobrenaturales las creencias religiosas primitivas que tenían los grupos de cazadores-recolectores, y si profundizamos un poco más en este concepto y nos sinceramos un poco, nos podemos dar cuenta que de la misma manera se consideran al resto de las religiones actuales que no son la propia, o sea, para los judíos Jesús era un fulano, para Jesús el dios judío era su padre, para los cristianos los judíos fueron asesinos, para cristianos y judíos Alá y las setenta y dos vírgenes un delirio, para los budistas buda es un dios y…etcétera, etcétera, etcétera.
Si seguimos profundizando casi hasta llegar al fondo podemos ver que en las religiones actuales mismas, muchas cuestiones de la propia religión en sus comienzos hoy resultan sobrenaturales(o al menos casi), cosas tales como el geocentrismo, las brujas poseídas por el demonio, e incluso Adán y Eva, ya pocos fieles las consideran ciertas.
Debo decir aquí también que aunque hoy en día, el odio religioso sigue causando infinidad de muertes y conflictos en el mundo entero, al mismo tiempo, muchas personas de diferentes creencias religiosas, gracias a otro de los universales humanos que es la discrepancia entre el habla, el pensamiento y la acción, (algo así como el lado bueno de la hipocresía) pueden convivir relativamente en paz en diversos países. Y esto sucede porque éstas, en cierta forma y lentamente, a medida que se van renovando las generaciones, sus creencias se van, por decirlo de una manera sutil, suavizando. Algo más que lógico si tenemos en cuenta que en la actualidad si una persona apostata, a los sumo su familia o su entorno se enoja y no le habla, pero ya no es encerrada, torturada o asesinada como sucedía antes.
Para redondear un poco la idea, podemos decir que, desde el principio, las religiones se las ingeniaron muy bien inventando diferentes dioses para brindar contención a la gente en lo relacionado al mayor de sus miedos. Bueno, y de paso, aprovechando la ignorancia generalizada de las personas, se puede decir que les sobró imaginación para meter en sus cabezas el resto del pesado bagaje de intereses propios y políticos que las componen y que muchos hoy vemos tan claro… aunque eso ya es otra cuestión.
La ignorancia con respecto a muchos temas, en la actualidad sigue siendo generalizada, pero no es tanta como antes. Esto es lo que permite que muchos creyentes hayan personalizado aún más a su dios y descrean de las religiones, sus tradiciones o de sus iglesias. Lo imaginan cada uno a su manera y es relativamente lógico si lo pensamos un minuto ¿Cómo es posible, por poner un ejemplo, seguir creyendo en un dios cuyas creaturas estén hechas a su imagen y semejanza? ¿Para qué él iba a necesitar de la bipedación? ¿Para qué manos, canas, ojos, nariz, boca, orejas, vísceras? ¿O será que bajo su túnica no hay nada?
Tal vez las futuras generaciones que desciendan de esta gente, mañana incluso no sólo puedan prescindir de las religiones, sino también lo hagan de la mismísima idea de dios, y esta tendencia es lo que me da algo de esperanza.
Bueno, revisados estos aspectos sobre las creencias teístas, estamos en condiciones de observar que todas tienen algo en común con respecto al tema que nos ocupa , y ese “algo” es justamente un valor muy preciado por el ser humano: La continuidad. [...]
La verdad es que esto lo puedo decir, si se quiere, desde un lugar más que privilegiado; ya que, de lo que hoy podemos considerar la media para el status de un hombre de mi edad, me encuentro casi en la situación más desfavorable de las posibles, para ser claro, esto quiere decir que es muy probable que vaya a soplar mis cuarenta velitas, eventualmente, sin trabajo, sin mujer, sin hijos, sin casa propia, sin cuenta bancaria ni tarjeta de crédito, sin auto, y sin años de la supuesta garantía que brinda el haber llevado una vida saludable; como así también, y vale aclararlo, sin deudas pendientes.
Independientemente que alguna de estas cuestiones, o bien, todas ellas, puedan revertirse de un momento a otro (ya que alguna es consecuencia de la otra) y también independientemente que algunas fueron buscadas intencionalmente y otras no, es necesario decir, y sinceramente no a manera de justificación, que es muy probable que esta situación actual, en la cual estoy prácticamente despojado de estas importantes responsabilidades, me permita hacer un análisis mucho más claro sobre lo que quiero hablar sin que éste resulte de alguna manera contaminado.
Como habrán notado, remarqué en negrita la palabra “casi” cuando hice referencia a lo desfavorable de la situación, y lo hice debido a que no es la más desfavorable de todas, ya que considero que la verdadera crisis de los cuarenta, la tenían que padecer las personas que vivían alrededor de los años 1870 ¿Por qué? Porque en aquellos años, aunque nos parezca increíble, la media para la expectativa de vida era justamente esa, lo que significa que mucha gente a los cuarenta años, directamente se moría.
Y este es el tema que hoy me ocupa: La muerte
Si hay algo que podemos dar por cierto en este mundo, es que todo organismo vivo existente, en algún momento de su ciclo vital, por un motivo u otro, inevitablemente se muere. Algunos de ellos ni se enteran, otros de alguna manera lo intuyen, y nosotros, los seres humanos, que a pocos años de haber nacido, lo sabemos.
Esto de tener conciencia de nuestra finitud, generalmente, es considerado por casi todo el mundo como el gran drama humano, o como el principal motivo de nuestro sufrimiento, y por qué no también como la raíz de todos nuestros miedos, cosas que son ciertas; aunque también deberíamos tener en cuenta que este estado de conciencia resulta ser el motor que nos impulsa (y nos sigue impulsando) a modificar y extender, en cierta medida, la expectativa de nuestra propia vida. Si prestamos atención a lo que dije unas líneas arriba, nos damos cuenta que en poco menos de ciento cincuenta años, logramos prácticamente duplicarla.
Considerar esta cara de la moneda y ver el lado útil de este temor en términos generales e históricos, digamos que equilibra un poco las cosas, pero lamentablemente, en lo intrínseco de cada ser humano, no es suficiente para eliminarlo, ya que éste tiene un fuerte anclaje a nuestro instinto de supervivencia.
Entonces no nos queda otra opción que asumir que, al menos de momento, no hay nada que nos quite ese miedo, y en consecuencia, a lo único que podemos recurrir es al viejo pero siempre vigente, consuelo. Es así de simple, por ahora estamos fritos y no hay mucha vuelta que darle al asunto. O vivimos con miedo a morir, o bien, cuando tomamos conciencia de ello, adoptamos el consuelo tradicional heredado de nuestros padres y/o entorno, con la posibilidad de cambiarlo de más grandes, por algún otro consuelo que los garúes del engaño nos ofertan, sin escrúpulos, en las bateas de cualquier cultura. (Más adelante necesitaremos ver estos sistemas un poco más en detalle).
Visto que no tenemos mucha más opción que adoptar la estrategia de un consuelo para asimilar la muerte, les cuento que yo tengo la mía. Pasa que como no me cuadraban ninguno de los ofrecidos en caché, necesité elaborar uno a mi medida, partiendo de la base, claro está, de mis fuertes sospechas de la inexistencia de cualquier tipo de dios imaginable. Lo cual no quiere decir que no hayan podido utilizar este mismo consuelo otras personas antes, eso sinceramente no lo se, ni tampoco me preocupa, ya que en estas cuestiones busco utilidad y no originalidad.
Lo que sigue a partir de aquí, sin duda, es una prueba más que este escrito no es consecuencia de una supuesta crisis momentánea de la edad, sino de la maduración de una idea que ya me llamaba la atención desde mi adolescencia. Cuento con testigos que pueden afirmar que a lo largo de estos años, muchas veces, incluso hasta en mis intentos de ligar con alguna chica en un bar, se daba que mis temas de conversación consistían en preguntas orientadas hacia esta temática… bueno eso calculo que también, en parte, revelará por qué es que aún me mantengo soltero(aparte del bajo status), je je je…
Bromas aparte. Para poder explicar cuál es mi punto de vista con respecto a esta cuestión, antes sería prudente decir que para hablar de la muerte propiamente dicha, como es lógico, cualquier persona debería fundamentarlo desde la propia experiencia, y eso absolutamente nadie puede hacerlo. Aquí voy a obviar la opinión de todos aquellos “Lázaros” que han tenido la “suerte” de haber estado clínicamente muertos durante unos pocos segundos, y que, ni bien les dieron el alta médica, han corrido a llenarse los bolillos editando libros enteros en los que narraban su experiencia. Y los voy a obviar porque una experiencia cerebral previa (en el caso que realmente la haya tenido) no es bajo ningún concepto un fundamento valedero, y mucho menos si ¡Oh casualidad! coincide con la historia oficial que a tantos les gusta escuchar hasta el cansancio.
Con las cosas puestas de esta manera, entonces sólo podemos hablar en forma hipotética, ya que la muerte cuenta con el exclusivísimo y supremo beneficio de la duda, lo cual nos da el derecho de suponer lo que mejor nos venga en gana, pero de ninguna manera tomarlo como un hecho. Por lo tanto de la muerte, propiamente dicha, sólo voy a suponer lo siguiente:
En lo personal, aunque sea imposible imaginar en forma “vívida” la inexperiencia a partir de la experiencia, podría intentar hacerlo, transportándome, por ejemplo, al 10 de marzo de 1432, o bien de 1969, y suponerme en un contexto similar a estar muerto. Pero con este criterio podría también suponer una sensación similar si intento imaginarme el mismo día de 1972 o incluso de 2009, ya que no tengo idea qué estaba haciendo específicamente ni dónde, está bien que la diferencia está en que, por más que no recuerde el entorno puntual en esas fechas, tengo la certeza que estaba vivo. Esto me indica que el tema de estar muerto no es lo que, en principio, más nos preocupa, simplemente nos provoca cierta melancolía, como tener la sensación de que nos perdemos de algo, así como análogamente, puede resultar para una persona, cuando en una reunión de amigos, todos recuerdan una anécdota divertida y ésta no estaba presente durante el momento en que transcurría.
En el día a día nos preocupa más, o al menos nos resulta mucho más angustiante el hecho de morir que el de estar muerto en sí, y por eso cotidianamente tomamos tantas precauciones, ya sea, conciente o inconcientemente para evitarlo.
Esto sí que es mucho más fácil de conjeturar, ya que yo puedo imaginarme cómo sería morir, de una manera bastante sencilla y en la circunstancia que fuere. Simplemente puedo percibir el último segundo como una sensación similar a la que tenemos cuando estando en un ambiente iluminado y rodeado de artefactos eléctricos funcionando, de repente, se corta la energía, esto en caso que fuera de manera imprevista.
En el caso que sea algo previsto, quienes hayan experimentado cortes de luz programados para una hora exacta, sabrán que por más que uno este mirando el reloj y sepa que se va a cortar en el momento justo que anunciaron, esa sensación de vacío en los sentidos a los que nuestro cerebro no estaba acostumbrado hasta ese momento, en el microsegundo que sucede, no la podemos evitar. Salvando, claro está, la distancia enorme que hay en el microsegundo posterior, entre aguzar los sentidos y amoldarlos a la oscuridad y al silencio; y perderlos por completo.
Cuando recopilaba datos, durante todos estos años, hablando e indagando en la opinión de la gente mediante charlas circunstanciales, me encontré con que ante la pregunta ¿En qué circunstancias preferirías que fuera tu muerte? Exceptuando a los que directamente evaden a toda costa la respuesta con alguna frase hecha, la mayoría de ellos responden “de viejo y durmiendo”, o bien, “sin darme cuenta”. Esto me llamó siempre poderosamente la atención ya que, según mi forma de pensar, más allá que resulten respuestas tan comprensibles como también respetables, hay que estar atentos a lo que ellas nos pueden estar develando. Cuando a mí me hacen la misma pregunta yo respondo: De viejo y despierto, preferentemente de alguna enfermedad que no afecte mi cerebro y me de el tiempo suficiente a un repaso final y lo más minucioso posible de lo máximo que pueda recordar sobre lo experimentado. Como soy conciente que esto sólo es el deseo de una situación ideal, y que lo imprevisible de la muerte está a la orden de cualquier día y de cualquier manera, es por eso que suelo hacer periódicamente ese tipo de repasos. Vale aclarar que esta periodicidad, lejos está de mostrarme como una persona nostálgica, y muy lejos está del extremo de lo que pueda resultar obsesivo.
.
La siguiente pregunta clásica que suelo hacer es ¿Y qué pensás que pasa después que uno se muere? Y esta pregunta es la que me va a permitir entrar de lleno a contemplar la posibilidad de obtener un mejor consuelo que el que suele tener la mayoría de la gente. Más adelante veremos como las diferentes respuestas a esta pregunta pueden tener importantes implicancias para nuestras vidas
Pero para esto, como mencioné anteriormente, primero vamos a ver un poco más en detalle en qué se basan los consuelos aceptados más popularmente.
Para casi todos hay “algo” que nos espera luego de haber muerto. Si observamos la lista de Universales Humanos de Donald Brown, nos encontramos que el miedo a la muerte es uno de ellos como así también hay otro ítem que es creencia en lo sobrenatural/ las religiones. Esto quiere decir que, para quien no lo sepa, que junto a otros tantos, estos aspectos de nuestro comportamiento son comunes a todas las sociedades humanas. Ahora bien, cualquier religión de las que existen en la actualidad no tiene ningún inconveniente en considerar sobrenaturales las creencias religiosas primitivas que tenían los grupos de cazadores-recolectores, y si profundizamos un poco más en este concepto y nos sinceramos un poco, nos podemos dar cuenta que de la misma manera se consideran al resto de las religiones actuales que no son la propia, o sea, para los judíos Jesús era un fulano, para Jesús el dios judío era su padre, para los cristianos los judíos fueron asesinos, para cristianos y judíos Alá y las setenta y dos vírgenes un delirio, para los budistas buda es un dios y…etcétera, etcétera, etcétera.
Si seguimos profundizando casi hasta llegar al fondo podemos ver que en las religiones actuales mismas, muchas cuestiones de la propia religión en sus comienzos hoy resultan sobrenaturales(o al menos casi), cosas tales como el geocentrismo, las brujas poseídas por el demonio, e incluso Adán y Eva, ya pocos fieles las consideran ciertas.
Debo decir aquí también que aunque hoy en día, el odio religioso sigue causando infinidad de muertes y conflictos en el mundo entero, al mismo tiempo, muchas personas de diferentes creencias religiosas, gracias a otro de los universales humanos que es la discrepancia entre el habla, el pensamiento y la acción, (algo así como el lado bueno de la hipocresía) pueden convivir relativamente en paz en diversos países. Y esto sucede porque éstas, en cierta forma y lentamente, a medida que se van renovando las generaciones, sus creencias se van, por decirlo de una manera sutil, suavizando. Algo más que lógico si tenemos en cuenta que en la actualidad si una persona apostata, a los sumo su familia o su entorno se enoja y no le habla, pero ya no es encerrada, torturada o asesinada como sucedía antes.
Para redondear un poco la idea, podemos decir que, desde el principio, las religiones se las ingeniaron muy bien inventando diferentes dioses para brindar contención a la gente en lo relacionado al mayor de sus miedos. Bueno, y de paso, aprovechando la ignorancia generalizada de las personas, se puede decir que les sobró imaginación para meter en sus cabezas el resto del pesado bagaje de intereses propios y políticos que las componen y que muchos hoy vemos tan claro… aunque eso ya es otra cuestión.
La ignorancia con respecto a muchos temas, en la actualidad sigue siendo generalizada, pero no es tanta como antes. Esto es lo que permite que muchos creyentes hayan personalizado aún más a su dios y descrean de las religiones, sus tradiciones o de sus iglesias. Lo imaginan cada uno a su manera y es relativamente lógico si lo pensamos un minuto ¿Cómo es posible, por poner un ejemplo, seguir creyendo en un dios cuyas creaturas estén hechas a su imagen y semejanza? ¿Para qué él iba a necesitar de la bipedación? ¿Para qué manos, canas, ojos, nariz, boca, orejas, vísceras? ¿O será que bajo su túnica no hay nada?
Tal vez las futuras generaciones que desciendan de esta gente, mañana incluso no sólo puedan prescindir de las religiones, sino también lo hagan de la mismísima idea de dios, y esta tendencia es lo que me da algo de esperanza.
Bueno, revisados estos aspectos sobre las creencias teístas, estamos en condiciones de observar que todas tienen algo en común con respecto al tema que nos ocupa , y ese “algo” es justamente un valor muy preciado por el ser humano: La continuidad. [...]
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15 comentarios:
Juan Carlos, este tema es muy interesante, lo estuve tratando en un foro de debate y me adentré de lleno en este mundo, pero me faltaban datos, así es que empecé a pensar y uno de los caminos evidentes era la propia vida, sigo en ello, y me está costando mucho esfuerzo entenderla en lo que abarca su amplio espectro. Es importante también que somos energía, y al fin y al cabo es un cambio de fase, y si lo inerte y lo orgánico así como la conciencia son parte que conforman la vida, así como los átomos, -y con esto me remito a lo que dijo un premio nobel en física-, es para pensar que es un tema cuanto menos complejo. No es para darnos por vencido, sino para vivir para saber <>. La situación en la que te encuentras no es fácil, quizás, pero si en algo estoy segura es que eres una persona extremadamente inteligente, y te queda mucho camino por explorar, el miedo forma parte de nuestro perfecto sistema de supervivencia. Me ha gustado mucho el modo en que has expuesto el tema, gracias.
Gracias Majo por el comentario...algo de lo que decís también se tocará en la segunda y última parte que será publicada en breve.
Un Beso
Me ha gustado mucho este post Juan Carlos , la cara más humana del replicador.
Si no fuera por lo de no tener mujer e hijos diría que eres un candidato fiel a mi querido Fidel , el caso es que no eres nada convencional y, esto te hace interesante.
OH la muerte, menudo y gordo tema Che, como poder deshacernos de nuestra cultura y vivir cual animal sin miedos ,solo con instintos de supervivencia .,
la muerte ronda conmigo
hasta muy tarde en la noche
yo voy a pie y ella en coche
silenciosa, de testigo.
Sabe que soy su enemigo
su hijo desobediente
por eso silba entre dientes
una tonada de aviso
y yo aún sin permiso
sueño más resplandeciente.
Cierto que el miedo a la muerte ha sido el principal aval de las religiones para mantener a sus seguidores y cierto también que realmente el miedo es no querer perdernos la fiesta de vivir .
Realmente a mi la muerte no me da para pensar, no habríamos ligado en aquel bar. Lo que realmente me jode y me da para pensar es envejecer o que muera otro que tu amas, la muerte mia como que no hay quien le gane, paso de ella y a donde me voy después de muerta me la sopla, a mi me gusta esta vida .
Te abrazo casi cuarentón
me alegro que te haya gustado Lolita...
El replicador sólo tiene una cara y es humana...jajaj no entendí lo de fidel y mi soltería
Bueno que en el bar tampoco era único tema de conversación...jejej
Para la segunda parte tambien se tocarán las cuestiones qu emencionas
Te mando un beso y gracias!!
A ver , candidato para Fidel por el status, solo que en Cuba se tiende mucho a la pareja y familia es lo que tu no cumples jeje
Wow, muy llegador y sincero. Me gustó mucho como expones la vulnerabilidad ante lo inevitable, dicen que los 40´s son los nuevos 20´s :)
un abrazo!
Gracia Vale! La sinceridad ante todo... y será aún mas profunda en el que vieneya
Un besazo!
Da que no pensar..... pienso, ¿Y si fuera ahora cuando estamos en esa oscuridad interesante de apagón de luces y volviéramos a ser paridos para ver realmente lo que somos y "no necesitamos" para sentirnos vivos?
me quedo con la idea personalizada de dios........y ¿para que repasar si ya te han puesto nota???
mmmmmmmmmmmm... que ilusión cumplir 40 tacos!!!! besooooooos
Hola Carmita Bienvenida al Blog!
Es que si cuando morimos somos paridos nuevamente hay nueve meses de gestación que estarian sobrando, sin tener en cuenta que son otros genes, claro.Y si fuera que sólo el alma es lo que se "transiere",si el alma supuestamente es lo más puro e íntimo que tenemos ¿cómo va a ser tan promiscua de andar de cuerpo en cuerpo y encima cambiando de personalidad sin siquiera enterarse? ¿Y si no necesita enterarse? ¿por que se sigue menteniendo el interrogante?
Yo Carmita repaso, primero porque me gusta disfrutar de lo bueno(que es bastante) y segundo porque trato de aprender de lo malo, para o no comeeterlo yo o para que sirva de precedente en caso que algo le pueda llegar a servir a otro.
Si haces referencia a dios con lo de "poner la nota" ahí sería un ejemplo de que el ser humano es mas humilde que dios, ya que cuando califica, si no aprobás, siempre tenes otra oportunidad para superarte, en cambio un supuesto dios te juzga de manera terminante..
Te mando un beso enorme y gracias por tus comentarios!
Personalmente me encantó la introducción de los fabulosos 40´s y como pinta la segunda parte...estoy expectante y celebro que Estés más VIVO!!!
Un Gran Abrazo!
Se agradece Vero y me alegro que te guste!
En un rato estará publicada la segunda y última parte
Un beso!!
Concebir el espíritu sin el cuerpo es tan dificil que para los espiritualistas y defensores de la materia sobre el alma llamados cristianos, es imprescindible ir a encontrarse con dios si una vez muertos sus cuerpos no han resucitado. Es claro, los cristianos creen en la rresurreccion de la carne, hace parte de su credo, a pesar de ser tan espiritualistas.
Confrorme ha avanzado la ciencia y la ingeniería se ha podidio notar que el software no funciona sin su respectivo hardware lo que se asemejaría a que el alma no funcionaría sin su cuerpo. Lo escribí en facebook, es imposible hasta ahora comunicarse sin usar el cuerpo; es decir que ir a un lugar de seres sin cuerpo es el limbo de la incomunicación.
Gracias por acentuar y sostener nuestras creencias.
En el comentario pasado cometí un pequeño error al comienzo, al decir defensores del la materia sobre el alma y es al contrario. Los defensores del alma sobre la materia.
Es para que veamos cómo es este mundo tan contradictorio, porque las religiones dicen ser muy espiritualistas y creen en algo tan materialista como la rresurrección de la carne y a la vez los profetas que no conocian el refrán "cuerpo sano, mente sana" llegaban a ayunar tanto hasta quedar en estado de delirio, faltándole nutrientes importantes al cerebro y erigir una religión en semejante estado de demencia.
Que bien me siento aquí.
Gracias.
Hola Luisdaniel Bienvenido al blog!
Es cierto que le resulta muy dificicil separar el cuerpo del animismo.
En mi opinion ya es tiempo de asumir que todo lo que llamamos espiritual es un mecanismo ilusorio que en realidad es producto del mecanismo emocional que tiene nuestro cerebro...
Es más,como aclaro en la segunda parte, ya sabemos que el concepto de YO también los es, solo que este último tiene una mayor utilidad en lo que tiene que ver con el lenguaje.
Gracias por tus comentarios y me alegro te agrade el sitio, si queres replicarlo a traves de las redes sociales.FB o Twetter adelante!
Saludos, te esperamos cuando quieras
Juan Carlos, intuias tu muerte...descansa en paz y avisa que hay en el mas alla-
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