sábado, 14 de agosto de 2010

Adarme Divulgación -Jared Diamond-


"Ni las soledades de estas sociedades van a gobernar en ti, sólo realidades, suerte del camino por donde vas a morir."

-Santiago Feliú-




Tercera y última parte de este excelente artículo que me pareció imprescindible transcribir y replicar a través de nuestra sección Adarme Divulgación. No está demás aclarar que se trata de una síntesis súper compacta de la obra Armas, gérmenes y acero; la cual en 1998 le valió el premio Púlitzer a su autor, Jared Diamond.
Para mayor comodidad ambas publicaciones están interconectadas con sus respectivos links. parte. Retomaremos esta sección con un nuevo autor el próximo mes.

saludos!

Juan Carlos


NUEVA SÍNTESIS CIENTÍFICA DE LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD (Parte III)



viene de: parte I y parte II



...¿Por qué habían seguido siendo cazadores-recolectores todos los nativos australianos?

Hay tres razones obvias. En primer lugar, hasta el día de hoy ninguna especie animal nativa de Australia, y una sola especie vegetal, la macadamia, ha resultado apta para la domesticación. Sigue sin haber ningún canguro doméstico.
En segundo lugar, además de ser el continente más pequeño, la mayor parte de Australia, a causa de la escasez de lluvias y de productividad, puede ofrecer sustento únicamente a una población muy reducida; de ahí que el número de cazadores-recolectores no supera los 300.000.
Por último, es el continente más aislado. La única relación exterior de los aborígenes australianos eran los contactos marítimos indirectos con los habitantes de Nueva Guinea e Indonesia.
Para hacernos una idea de la importancia que el reducido tamaño de la población y el aislamiento tuvieron en el ritmo de evolución de Australia, pensemos en la isla australiana de Tasmania, que estuvo habitada por la más extraordinaria sociedad del mundo moderno. Aún siendo una isla de modestas dimensiones, por el hecho de ocupar la posición más alejada dentro del más alejado de los continentes nos ha ayudado a despejar una gran incógnita sobre la evolución de todas las sociedades humanas. Tasmania está situada a 200 kilómetros al sureste de Australia. Cuando los europeos llegaron a ella por primera vez, en 1642, estaba habitada por 4000 cazadores-recolectores que, si bien guardaban un parentesco con los australianos continentales, tenían la tecnología más simple de cuantas se habían encontrado en ninguna etnia reciente de la Tierra. A diferencia de los aborígenes de Australia continental, los habitantes de Tasmania no sabían hacer fuego; no conocían el boomerang, la lanzadera de jabalina – atlatl - ni el escudo; no tenían utensilios de hueso, ni instrumentos especializados de piedra, ni tenían herramientas compuestas, como una cabeza de hacha montada sobre un mango; no sabían talar un árbol ni vaciar un tronco para fabricar una canoa; no conocían la costura, ni por tanto disponían de indumentaria cosida, a pesar de las nevadas del frío invierno tasmanio, e increíblemente, aunque vivían mayormente en la costa, los tasmanos no pescaban ni comían pescado. ¿Qué dio lugar a estas enormes lagunas materiales en la cultura de Tasmania?
Encontramos la respuesta en el siguiente hecho. Tasmania había estado unida al sur de Australia continental cuando el nivel del mar era más bajo, durante el Pleistoceno; luego, hace 10.000 años. Una subida del nivel del mar acabó con aquel puente de tierra. La gente había pasado a Tasmania decenas de miles de años atrás, cuando todavía formaba parte de Australia; pero una vez que el puente de tierra desapareció, los tasmanos no volvieron a tener absolutamente ningún contacto con los australianos continentales ni con ningún otro pueblo de la Tierra hasta que los europeos llegaron en 1642, ya que ni los tasmanos ni los australianos continentales disponían de embarcaciones capaces de cruzar el estrecho de 200 kilómetros que separaba Tasmania de Australia. La historia de tasmania es por tanto el estudio de un aislamiento humano sin precedentes, salvo en la ciencia-ficción; concretamente, el aislamiento absoluto de cualquier otro ser humano durante 10.000 años. Tasmania tenía la más pequeña y más aislada población humana del mundo. Es obvio que si el volumen de población y el aislamiento ejercen alguna influencia en el crecimiento acumulativo de invenciones, Tasmania debía ser buena prueba de ello.
Si toda la tecnología que he mencionado, ausente de Tasmania, pero presente en la Australia continental situada frente a ella, fue invención de los australianos en el curso de los últimos 10.000 años, tenemos al menos la certeza de que la pequeña población de Tasmania no inventó por su parte similares técnicas ni utensilios. Lo asombros es que los hallazgos arqueológicos muestran aún más: los tasmanos abandonaron, de hecho, algunas técnicas que habían traído consigo de Australia y que en la Australia continental siguieron empleándose. Los utensilios de hueso y la práctica de la pesca, por ejemplo, existían ambas en Tasmania en el momento en que el puente de tierra fue devorado por las aguas, y ambas habían desaparecido de Tasmania para el año -1500. Esto representa la pérdida de una tecnología muy valiosa, que hubiera permitido, por una parte, ahumar el pescado y tener así provisiones para el invierno, y por otra, fabricar agujas de hueso con las que confeccionar prendas de abrigo.
¿Cómo hemos de interpretar estas pérdidas culturales?
La única interpretación a la que yo encuentro sentido es a la siguiente:
Primero, la tecnología ha de ser inventada o adoptada. Las sociedades humanas difieren unas de otras en cuanto a los múltiples factores independientes que influyen en su apertura a la innovación. De ahí que, cuanto mayor sea el volumen de la población y mayor el número de sociedades que habitan una isla o continente, mayor es la posibilidad de concebir cualquier invención y de que ésta sea adoptada en otras partes del territorio.
Segundo, en todas las sociedades – exceptuando las de Tasmania, totalmente aislada- la mayoría de las innovaciones tecnológicas que se difunden proceden del exterior en vez de tener origen local, luego es de suponer que la tecnología evolucionará con mayor rapidez en las sociedades que más estrecho contacto establezcan con otras sociedades exteriores.
Por último, no sólo es necesario adoptar la tecnología, sino mantenerla. Todas las sociedades atraviesan momentos en que, llevados por la moda, adoptan temporalmente ciertas prácticas poco útiles, o abandonan otras de considerable utilidad. Cada vez que tales tabúes, disparatados desde el punto de vista económico, surgen en un área en la que compiten diversas sociedades humanas, solo algunas de ellas acogen el tabú en un determinado momento. Otras conservarán esa práctica de utilidad obvia, y bien competirán con las sociedades que la perdieron, o bien se mantendrán como modelo para que las sociedades en las que el tabú ha influido se arrepientan de su error y reanuden dicha práctica. De haber seguido los tasmanos en contacto con los australianos del continente, hubieran podido redescubrir el valor y la técnica de la pesca y de la fabricación de utensilios de hueso que habían perdido. Pero no había modo de que esto sucediera en completo aislamiento, y así, las pérdidas culturales de Tasmania se hicieron irreversibles.
En pocas palabras, el mensaje que podemos extraer de las diferencias entre la sociedad de Tasmania y la de Australia continental parece ser éste: en iguales condiciones, el ritmo de invención humana es más acelerado –y el de pérdida cultural, más lento- en aquellas áreas ocupadas por una diversidad de sociedades en competencia unas con otras, compuestas por un gran número de individuos, y en contacto con sociedades de otras áreas distintas. Si esta interpretación es correcta, puede que entonces su significación tenga un carácter mucho más amplio. Probablemente explica en parte por qué los aborígenes australianos, que habitaban el continente más pequeño y más aislado, permanecieron en la Edad de Piedra y siguieron siendo cazadores-recolectores mientras los pueblos de otros continentes adoptaban la agricultura y el metal. Es muy probable que ese mismo factor contribuyera a crear las diferencias que ya he mencionado entre los agricultores del África subsahariana, los de las Américas con su extensión mucho mayor, y los de la todavía mucho más extensa Eurasia.
Naturalmente, hay en la historia del mundo muchos factores importantes que no he mencionado. Por ejemplo, he dicho poco o nada sobre la distribución de las plantas cultivables; sobre la forma precisa en que las complejas instituciones políticas y el desarrollo de la escritura, la tecnología y la religión organizada dependen de la agricultura y el pastoreo; sobre las fascinantes razones a que atienden las diferencias, dentro de Eurasia, entre China, la India, el Oriente Próximo y Europa, y sobre el efecto que han tenido en la historia multitud de individuos y de diferencias culturales que no guardan relación con el medio ambiente. Pero ha llegado la hora de sintetizar el significado general de este viaje relámpago por la historia de la humanidad, con su desigual distribución de armas y gérmenes.
El patrón general de la historia –concretamente, las diferencias entre las sociedades
Humanas en los distintos continentes- me parece a mí que puede atribuirse a las diferencias medioambientales entre unos continentes y otros, y no a diferencia biológicas entre las personas en sí. La disponibilidad de especies vegetales y animales salvajes que fueran aptas para la domesticación, y la facilidad con que estas especies pudieron extenderse sin encontrar climas inadecuados tuvo un papel decisivo en el diverso ritmo de aparición de la agricultura y la ganadería; aparición que, a su vez, contribuyó decisivamente al incremento en número de la población humana, de la densidad de población, y a los excedentes de alimentos; hechos todos ellos que, asimismo, influyeron de un modo crucial en el desarrollo de las enfermedades infecciosas, en la escritura, la tecnología y la organización política. Además, la historia de Tasmania y de Australia nos advierte de que las áreas diferenciadas y el aislamiento de los continentes, al determinar el que existan o no sociedades en competencia y el número de éstas, puede haber sido otro importante factor en el desarrollo humano.Como biólogo que practica en el laboratorio una ciencia experimental, me doy cuenta de que algunos científicos quizá se inclinen a desechar estas interpretaciones históricas por considerarlas especulaciones indemostrables, ya que no se basan en experimentos replicados en el laboratorio. La misma objeción se podría hacer a la investigación de cualquiera de las ciencias relacionadas con la historia, como la astronomía, la biología evolutiva, la geología o la paleontología; objeción que puede aplicarse, desde luego, al campo de la historia en su totalidad y a la mayoría de las demás ciencias sociales. Esa es la razón por la que incomoda un poco considerar la historia como una ciencia, y por lo que se la clasifica como ciencia social, lo cual viene a decir que no es del todo científica. Pero recordemos que la palabra “ciencia” no se deriva del término latino equivalente a “experimento reproducido en el laboratorio” sino de la palabra latina scientia, que significaba “conocimiento”. En la ciencia buscamos conocimiento a través de cualquier metodología apropiada que esté a nuestro alcance. Hay muchos campos que nadie duda en considerar ciencia, pese a que hacer una reproducción experimental en el laboratorio sería inmoral, ilegal o imposible. No podemos manipular ciertas estrellas y mantener otras como patrón; no podemos originar ni detener glaciaciones, y no podemos diseñar y hacer evolucionar experimentalmente a los dinosaurios. Sin embargo, podemos alcanzar una formidable comprensión en esos campos a través de otros métodos; lo cual significa que, sin duda, deberíamos ser capaces de comprender también la historia de la humanidad, puesto que la introspección y los manuscritos hallados no permiten intuir con mucha mayor claridad el comportamiento de los antiguos seres humanos que el de los antiguos dinosaurios. Por eso, soy optimista y creo que finalmente encontraremos explicaciones convincentes a estos patrones generales de la historia de la humanidad.


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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Wow! Totalmente de acuerdo con el concepto presentado en el catálogo de las materias, la misma genética expone que una raza no sale de otra...es una misma con sus mutaciones, adaptaciones y contaminantes por decirlo de algún modo, así que todo evento y efecto constituye la fragilidad y circunstancialidad de evolución con su consabida responsabilidad. Ante las investigaciones para mí, la "pandemia" es la "depredación" pensamiento cómodo en lugar de investigar y crear para el bien alertando en cadena lo que es consciencia.

Victor Di Gruccio dijo...

Juan Carlos, respecto del trabajo de J. Diamond. Me gustaría saber tu opinión. Te pregunto ésto, porqué luego de leerlo en tu blog, dije, yo a ésto lo sabía de algún lado... Entonces fui a mi biblioteca reojee un librito de J.J. Rousseau que se llama el Origen de la desigualdad de los hombres (discurso de 1752, creo) y allí estaban los elementos fundamentales que utiliza Diamond. Ignoro si éste autor lo refiere en alguna parte del trabajo.
Saludos
Victor

Juan Carlos Alonso dijo...

Hola Victor
Lamentablemente no te sabría responder porque no lei el dicurso de Rosseau, ni pude leer Armas ,Gérmenes y acero de Diamond donde profundiza en forma detallada sobre estas cuestiones, ya que este sólo es una síntesis. En otros libros de él suele mecionar cuando hacer referencia a otros autores sobre algunos temas, pero en este caso la verdad es que no lo se. veré si puedo averiguar algo por ahi y desde ya, si tenes algo para aportar bienvenido será

saludos!